La utilización del instrumento del aborto en España no ha dejado de crecer en los últimos años, según un estudio elaborado por investigadores del CSIC. Si en el año 1990 el 8,4% de los embarazos acabaron interrumpidos por voluntad de la madre, en el 2001 este porcentaje había aumentado ya hasta el 14,62%. Hay un dato relevante sobre una de las causas de tal evolución: en el año 1990, el 0,7% de las menores de edad quedaron embarazadas, y una década después el porcentaje subió al 1%. Queda claro el grave fracaso de las políticas de formación e información sobre los métodos anticonceptivos, entre los adolescentes y también en la franja de edad, cada vez más prolongada, de jóvenes que no están en condiciones de formar una familia por motivos laborales o de vivienda.

La falta de conciencia de los riesgos de mantener relaciones sexuales sin protección tiene un efecto paralelo: el incremento de la infección por sida y de otras enfermedades de transmisión sexual.

Por eso resultan irresponsables las timoratas políticas de educación sexual en los últimos años. E intolerable el rechazo, desde posturas confesionales, a que se ofrezcan, de forma clara y efectiva, recursos e información para una actividad sexual segura.