TLto bueno y lo malo de las redes sociales es que son un reflejo de la condición humana. El ser humano es capaz de lo mejor y de lo peor. Y, en las redes sociales, tienen cabida tanto esa vertiente benigna, que hace única a la especie humana, como esa otra perversa, que le confiere también exclusividad en la propagación del mal.

Podríamos decir, por ello, que las redes sociales no son más que una prolongación virtual de la personalidad real. Pero esta afirmación, aunque cierta, no sería del todo exacta. Porque las redes sociales son capaces de alumbrar, en ocasiones, un retrato completo del consciente e inconsciente del sujeto que, sin embargo, puede ocultarse, parcialmente, en las relaciones personales de tipo presencial.

Es decir, que hay sujetos que consiguen mantener a raya su verdadero yo en la vida real, pero que dejan entrever lo más profundo de su alma y de sus vísceras en el que, a veces, es su perfil más real, que es, paradójicamente, su perfil virtual en las distintas redes sociales. También ocurre lo contrario a lo anteriormente descrito. Y prueba de ello son esos mundos felices que se tejen en la red, con objeto de cubrir bajo un manto de virtualidad una triste existencia. Esto no quiere decir otra cosa que, como en la vida real, en el mundo virtual de las redes sociales podemos encontrar a manipuladores, a actores, a publicistas, a psicópatas y a ególatras.

Aunque también (todo no va a ser malo) a gente transparente, de personalidad fascinante y buena condición moral. Lo que está claro es que, en este mundo complejo que nos toca vivir, ni todo es lo que parece, ni toda la realidad está siempre al alcance de lo que nuestros sentidos nos permiten percibir. La mejor medicina contra el engaño, la estafa y la decepción es sencilla: dudar un poco antes de confiarlo todo.