TLta prisa. El ruido. La chapuza. La competencia. Hay otros, pero elijo éstos. La prisa nos arrastra. El ruido nos golpea. La chapuza nos desprestigia. Y la competencia nos tensiona. La primera nos aboca a la improvisación y es caldo de cultivo para lo superficial. El segundo, con sus decibelios, es trastorno para la mente ante la realización de cualquier proyecto, o concentración ante algo que nos interese. La tercera es rémora para el progreso y tarjeta de visita poco recomendable. La cuarta nos coloca en un sin vivir, que está lejos del clásico consejo: "Ni envidiosos ni envidiados". La prisa no es buena para nada, pues sigue siendo válido lo de "vísteme despacio que llevo prisa". El ruido es algo impuesto por la sociedad de consumo, y es preciso que ha de pagar el ciudadano por los bienes que ha ido acumulando desde el Pleistoceno. La chapuza es hija de la prisa y madre de la vergüenza que pasamos cuando alguien nos recrimina lo que hemos hecho mal. La competencia, en fin, nos aleja de la paz interior y del sosiego. Atemperemos la prisa y logremos la obra bien hecha. Huyamos de la chapuza, que es algo regresivo. Evitemos la competencia desaforada que a nada conduce. ¿Y el ruido? Sospecho que nos seguirá atormentando, de no meternos en un cenobio de trapenses...

*Escritor