La refinería extremeña promovida por el industrial jerezano Alfonso Gallardo va tomando forma con la llegada de nuevos socios, como son la compañía portuguesa Galp y varias firmas financieras, entre las que se podría encontrar más capital extremeño, como es el caso de Caja Extremadura. La nueva planta, que supondrá la segunda de mayor inversión de la historia de Extremadura, tras la llegada de la central nuclear de Almaraz, marcará un antes y un después en el panorama industrial de la comunidad. En esta macrooperación podrían estar sobre la mesa, tanto la red de gasolineras que propia Galp administra, como, al parecer, las más de 500 estaciones que gestiona la multinacional Shell en la península, por la decisión de la compañía anglosajona de abandonar el mercado ibérico de combustibles. Este proyecto empresarial supondrá un importante salto cualitativo en el tejido industrial extremeño, pero una inversión multimillonaria como ésta deberá siempre ser sopesada en todos sus frentes, más cuando quedan en el aire numerosos interrogantes aún por resolver, como puede ser la necesidad de contar con todas las bendiciones en materia medioambiental. Son los nuevos avances de un proyecto que transformará el mercado energético.