WLwa opinión pública extremeña debe estar desconcertada, y algunas personas ya lo han manifestado en cartas publicadas en este diario: las noticias sobre si existe o no socio tecnológico para la refinería Balboa son las responsables de ese desconcierto, puesto que son meridianamente opuestas. ¿Tiene este proyecto socio tecnológico? La empresa dice que sí, e informaciones periodísticas no desmentidas por ella, publicadas sin citar fuentes y sin que en ellas aparezca ninguna manifestación --en ningún sentido, ni siquiera un escueto "sin comentarios"--, de la empresa afectada aseguran que ese socio es Shell. Sin embargo, el responsable de Shell en España, Javier Ramas , en conversaciones mantenidas con este periódico en dos ocasiones y en un intervalo de cuatro días, asegura que su compromiso con el Grupo Gallardo se limita a hacer la ingeniería básica de la refinería; que no será socio tecnológico (no aportará capital) y que "no comenta los rumores" que apuntan a que lo es. A partir de aquí, que cada quien saque conclusiones.

Pero este diario entiende que también hay que sacar otras: la refinería Balboa es el proyecto industrial que ha generado más expectativas por su volumen de inversión y de empleo y también más controversia social en los últimos tiempos en la región; es un proyecto que cuenta con un compromiso de capital público, es decir de los impuestos de los ciudadanos, fijado en el 20% del accionariado; y es un proyecto que, con el pretexto de su defensa, la Delegación del Gobierno ha atropellado derechos civiles. No es, por tanto, cualquier proyecto. Es un proyecto sobre el que los promotores deberían conducirse con mayor dosis de prudencia ante los ciudadanos, porque parte de él es de todos. Deberían hacerlo aunque no lo fuera porque la iniciativa, por su envergadura, va a incidir en el medio ambiente y en el modo de vida de miles de familias. No es posible que el Grupo Gallardo, que tanto debe a esta región puesto que es una de las empresas que disfruta de grandes ayudas públicas, juegue al gato y al ratón con la información de la refinería. Es decir, que juegue al gato y al ratón con la gente. No se puede uno amparar en un angelical "compromiso de confidencialidad" para manejar a su antojo lo que los extremeños deben conocer de la refinería. No es la primera vez que el Grupo Gallardo mantiene una posición que no se corresponde con el compromiso de información clarificadora y veraz que le es exigible. Ya el pasado 15 de diciembre del 2004, un día antes de que Rodríguez Ibarra presentara el proyecto en la Asamblea, responsables de este grupo dijeron a este periódico que barajaba tres emplazamientos y que Caja Madrid era el principal socio financiero. Ibarra, horas después, señaló que el emplazamiento ya estaba decidido y que Caja Madrid no era el único socio financiero, puesto que el BBVA también participaba. Caja Madrid dijo luego que nunca había estado dentro del proyecto. En la inconcreción, en la falta de claridad, llueve sobre mojado. No es la primera vez. Debería ser la última.