Hoy se aprueba la tan ansiada o temida reforma laboral que al fin parece que pasará de decreto a proyecto de ley, con lo que no será definitiva hasta noviembre. A pesar de eso los sindicatos han dicho ya que no les va y convocan una extraña huelga a largo plazo cuyo previsible fracaso camuflarán entre las movilizaciones europeas. Como hoy juega La Roja, la doble noticia de reforma y huelga lejanamente anunciada carecerá de resonancia mediática alguna pues el ímpetu e interés patrio se centrarán en la selección, en la eficacia del proyecto de del Bosque , no del Gobierno y en si por fin se recupera, no nuestro crédito perdido o la confianza de los mercados sino el muslo de Iniesta , algo pequeñito pero hoy por hoy lo único capaz de darnos una alegría. En estos momentos, para algunos de emergencia nacional, donde cada vez que se vislumbra un minúsculo respiro económico algún periódico mayormente alemán se las apaña para sembrar dudas, desconfianza e incluso pavor y hacer que se desplome el Ibex 35, --extraña entelequia del que depende nuestra felicidad presente y futura--, esta humilde observadora no entiende la ceguera de los agentes sociales y de la clase política. No entiende que antes en Zurbano, igual que en los dos años que llevamos de crisis a lo bestia no pudieran ponerse de acuerdo, (Pizarro fue un agorero, condenado por ello al ostracismo hasta por sus mentores), ni que a pesar de que nuestro principal dirigente se asemeje ahora mucho más a Pablo de Tarso caído del caballo que a Mr. Bean , la principal noticia sea su deterioro físico, circunstancia de indudable interés morboso pero irrelevante y no que los responsables de todo culminan algo práctico y eficaz, asesorados por los magníficos técnicos que hay y no se empecinan con sus ciegos ojos fijos en un incierto futuro electoral, obsesionados más por los votos que por los ciudadanos. Porque usted y yo no somos de papel sino de carne, hueso, alma. Y la realidad nos golpea cada día con el paro, la precariedad, la desconfianza y el miedo.