Un gran problema de nuestra economía es la rigidez del mercado de trabajo, que no quiere decir solo --ni siquiera primordialmente-- el coste del despido. En España, la mayoría de las empresas afrontan las crisis del mismo modo: reduciendo plantillas. En otros países, sin embargo, optan por una solución alternativa: por la reducción de jornada (el denominado, ahora famoso, ´modelo alemán´) o con el acompasamiento salarial.

La prueba de que aquí se opta por el despido es que desde el primer trimestre del 2008, cuando empezó la crisis fuerte, hasta el tercer trimestre del 2009, último dato conocido de la encuesta de población activa (EPA), el paro ha pasado de 2.174.000 a 4.123.000 personas. Un disparo del desempleo de dos millones de personas en poco más de un año no ha ocurrido en ningún otro país europeo. Según Eurostat, España tenía en octubre del 2008 una tasa de paro del 13,2%, cinco puntos superior a la media europea. Un año después, nuestra tasa es del 19,3% frente a una media del 9,8%. Casi 10 puntos más. Mientras en el peor año de crisis --de octubre del 2008 a octubre del 2009-- la tasa de paro ha subido en la zona euro 1,9 puntos, aquí lo ha hecho tres veces más, 6,1. Es algo que obliga a reflexionar.

Nuestro otro rasgo diferenciador es la dualidad del mercado de trabajo. Es caro despedir a los trabajadores fijos, pero es muy barato prescindir de los empleados temporales. Por eso el 80% de los despidos de los últimos 12 meses ha recaído en el empleo temporal.

Estas cifras indican, como señaló el ministro de Trabajo Celestino Corbacho en la entrevista publicada por este periódico el pasado lunes, que es urgente reformar el mercado de trabajo. El ajuste empresarial debe recaer más en la reducción de la jornada que en el despido, como en Alemania, con un sistema basado en la colaboración de Gobierno, empresarios y trabajadores. Aunque la realidad industrial alemana es muy diferente de la española. Acercar más los convenios a la realidad de cada empresa para poder ajustar basándose en sus circunstancias precisas y relacionadas con su coyuntura particular es también fundamental. Si la negociación colectiva centralizada impide la modulación de costes a la coyuntura particular, muchas empresas despedirán.

Y habrá que corregir la dualidad del mercado del trabajo. Ahora reducir el coste del despido no crearía empleo, porque cuando la economía remonta la recuperación del empleo empieza con el temporal, sin coste de despido. Pero a medio plazo necesitamos cambiar el modelo productivo. Y las empresas solo crearán empleos fijos y de calidad si los costes sociales (incluido el despido) son similares a los de nuestros competidores europeos.