Cada vez más, nuestros niños y niñas, hombres y mujeres se vuelven dependientes de los objetos, consumistas y, sobre todo, vulnerables a la frustración. Es triste ver como muchos de ellos el día que reciben sus regalos se sienten desilusionados porque no han obtenido lo que habían pedido. Pero eso no es todo, el problema va más allá, porque estos jóvenes ponen todas sus ilusiones y felicidad en objetos y cuando ven que no los han obtenido, sienten que han fracasado. ¿Es este el sentimiento que queremos potenciar en nuestra sociedad? Estas fechas son un buen momento para regalar cosas no materiales, pero somos los adultos los que creemos que un regalo no material no ilusionará a nuestros hijos. ¿No es mejor una merienda con los amigos, donde podremos charlar, jugar con antiguos juegos de mesa o compartir un buen chocolate caliente viendo una película y reír juntos? También quisiera mencionar la saturación de regalos que tienen los niños. ¿Cuántos regalos pueden recibir en estas fiestas? Este hecho produce que al final solo valoren uno o dos de los objetos regalados y, con el tiempo, esto conllevará a valorar solo una ínfima parte de lo que tienen. Así pues, como no son conscientes de todo lo que tienen, cuando pierdan algo pueden llegar a tener depresión por sentir que no tienen nada. ¿No es mejor regalar poco pero que sea significativo? Hagan de estas fiestas unos días llenos de felicidad y no de falsedad; regalen amistad y no vacuidad; regalen mucho, pero regalen con el corazón.