Decenas de figuras de porcelana de S¨vres. Montañas de alfombras, que aburrirían al más reputado experto en alcatifas.

La cubertería de plata con repujadas iniciales, la de línea minimalista, acorde con los gustos de la novia, y todas las demás. Once gobelinos. Candelabros, vajillas.

La lluvia de regalos que caerán sobre el príncipe Felipe y Letizia Ortiz de aquí hasta el próximo 22 de mayo exigirá una nave para guardarlos y una legión para limpiarlos, salvo que decidan convertir su residencia en un almacén.

Y como no están por la tarea, podrían reorientar tan obsequiosos impulsos hacia cuentas bancarias que resuelvan necesidades perentorias. Como informatizar todas las escuelas, modernizar viviendas de ancianos o repoblar montes quemados. Sin complejos.

*Periodista