No es que tenga ocasión en demasiadas ocasiones de llevar o recoger a mi hijo en el colegio, pues mi trabajo me lo impide. Sin embargo cada vez que lo hago, presencio una escena que se repite a menudo y que por cotidiana se ha convertido en peligrosamente preocupante, tal y como ahora nos recuerda la propia Dirección General de Tráfico. Me refiero a la poca seguridad que tienen los niños en los vehículos, casi siempre dentro del casco urbano y en trayectos cortos. Cada día muchos pequeños se desplazan con sus padres en los coches, sin silla, de pie en los asientos traseros, cogidos en brazos, delante sin cinturón, etcétera- Es sin duda una de las imágenes con la que muchos de nosotros nos encontramos a diario. Obedece a la irresponsabilidad de algunos progenitores y tutores que, de manera poco afortunada, juegan con la seguridad de los pequeños con carácter reincidente.

La campaña que Tráfico acaba de lanzar nos quiere hacer ver que, esto que puede parecer banal por cotidiano y habitualmente sin consecuencias, es un acto de irresponsabilidad mayúscula. En el spot de la misma se dice textualmente "Para hacer daño a un niño, no hace falta ponerle la mano encima, basta con no ponerle el cinturón". Realmente el contenido de la mismas no va muy desencaminado, a juzgar por los argumentos que he expuesto y por las cifras que desde la DGT se manejan al respecto. En mi caso, tengo que confesar que siempre he llevado a mi hijo en su silla reglamentaria, aunque fuese para recorrer los 200 o 300 metros que van de mi casa al garaje. Tan solo una vez se me ocurrió llevarle sin silla, cuando camino del centro de salud por un pequeño problema, tuvimos que salir pitando sin reparar en ella. A la vuelta, de noche y por una de las calles menos transitadas de Guadalupe y pensando pasar desapercibido me topé con la pareja de la Guardia Civil. Les expliqué el asunto y parece que lo entendieron --lo cual agradecí-- pero me temo que aquel día pagó un justo por los muchos pecadores que hay.