La instrucción pastoral que la Conferencia Episcopal aprobó el viernes --Valoración moral del terrorismo en España, de sus causas y de sus consecuencias -- tiene para José Antonio Zarzalejos, director de Abc, la "virtualidad de provocar una sana catarsis (en la Iglesia), de revelar la crisis en su auténtica dimensión, de exponer la radiografía de una desaveniencia tantas veces negada verbalmente como confirmada por hechos inequívocos". Zarzalejos, por descontado, se felicita de que se haya "afrontado en plenitud argumental el problema del terrorismo de ETA y del nacionalismo totalitario", al que opone "el sistema constitucional y estatutario". Y concluye que el documento "pone al episcopado de cara a la ciudadanía", aunque "no saldrá gratis" y la Iglesia habrá de saber "manejar el disenso con puño de hierro en guante de terciopelo". Parecía consecuente, pues, mantener la tradición de Abc y vapulear en la misma página, en un suelto editorial, a Anasagasti por haber dicho que "los obispos españoles dicen que el Reino de Dios es solamente español, y eso no hay cristiano que lo pueda defender seriamente". Para Carmen Gurruchaga, que ha dejado El Mundo para escribir en La Razón: "Tras cinco días de intensos debates, la división dentro de la Iglesia española cuando trata el nacionalismo es la misma que existía antes de empezar las discusiones". Claro que acaba tachando de "inmorales" a los 13 obispos que no condenaron el plan Ibarretxe, entre los que cita a "Setién, Uriarte y al catalán Carrera", atribuyéndoles "el ser neutrales" ante el terrorismo. El reino de los columnistas, oiga.