Coincidiendo con el inicio del curso escolar se suceden las declaraciones y valoraciones sobre nuestro sistema educativo. Buena parte de ellas se centran en asuntos relacionados entre sí y de naturaleza similar, tales como la convivencia escolar, las relaciones familia-escuela y los procesos de socialización de niños y niñas; pero también buena parte de estas declaraciones, en ocasiones, parecen ser un intento por buscar culpables para el fracaso, los problemas de conducta en los centros o las malas relaciones. Me pregunto si el debate, así enfocado, contribuye a la mejora del sistema y coincido con lo apuntado hace algunos días desde la Consejería de Educación cuando escuché a su responsable decir que difícilmente se puede mejorar la educación denostándola.

No cabe duda de que nos encontramos ante un nuevo contexto. El cambio social experimentado en la familia española en los últimos 25 años ha sido vertiginoso y han afectado no sólo a su estructura, composición y dinámicas de formación, sino también a su sistema de valores y funcionamiento, produciéndose lo que se conoce como la privatización de la familia, es decir, la progresiva desaparición de normas sociales como elementos rectores de la misma y su sustitución por procesos de negociación particulares, lo cual implica que, en el caso de las relaciones entre los padres y sus hijos, éstas dependerán más de como me lo pueda, quiera o sepa montar con ellos que de normas de conducta socialmente aceptadas por la mayoría de las familias.

XADEMAS, HABRIAx que añadir que los procesos de socialización son muchos más abiertos, difusos y flexibles. Ya no solo educan la familia y la escuela. Con extraordinaria fuerza han irrumpido los medios de comunicación, las tecnologías y una sociedad del bienestar, del consumo y de la inmediatez que en ocasiones resultan más eficaces en el proceso (de)formador de la persona que instituciones educativas clásicas como la familia o la escuela. Se suceden así multiplicidad de discursos normativos, en ocasiones contradictorios, sobre los que las familias deben optar y de algunos de los cuales no parece fácil escapar. No son pocas las que, ante esta situación, expresan sus dificultades y demandan orientación y ayuda.

No es pues un asunto sobre el que haya que buscar culpables. Cuando así se hace es el sistema educativo público quien más sale perjudicado. Se trata de adoptar medidas que lo mejoren y dignifiquen y, en este proceso de mejora, no podemos permanecer ajenos quienes nos dedicamos a la formación del profesorado; no tiene que ver solo con la profesionalización del magisterio, sino también con nuestra responsabilidad social y ética. La formación que recibirán los maestros en los nuevos Grados de Primaria e Infantil es sensible a estas cuestiones, de ahí que en la elaboración de sus planes de estudio, la Facultad de Formación del Profesorado de Cáceres y la Facultad de Educación de Badajoz hayan incidido especialmente en estos procesos de cambio social a través de materias consideradas básicas como la Acción Tutorial y la Educación Familiar, la Sociología de las Relaciones de Género y de la Familia o la Atención Psicoeducativa a la Diversidad y la Convivencia.

A través de estas asignaturas pretendemos que los futuros maestros adquieran competencias que entendemos fundamentales en este mundo cambiante: abordar y resolver problemas de disciplina fomentando la convivencia dentro y fuera del aula; promover la resolución pacífica de los conflictos así como el trabajo cooperativo y el trabajo y esfuerzo individuales; promover también acciones de educación en valores orientadas a la preparación de una ciudadanía activa y democrática; mostrar habilidades sociales para entender a las familias, y hacerse entender por ellas y, finalmente, analizar e incorporar de forma crítica las cuestiones más relevantes de la sociedad actual que afectan a la educación familiar y escolar tales como el impacto social y educativo de los lenguajes audiovisuales y de las pantallas, los cambios en las relaciones de género e intergeneracionales, la multiculturalidad y la interculturalidad.

Acabamos de empezar esta nueva etapa en la formación del profesorado de Primaria e Infantil. En el momento de escribir estas líneas, apenas hace una semana que el curso universitario ha comenzado y aunque el diseño de los nuevos grados parece adecuado a las nuevas necesidades sociales, ahora nos corresponde trabajar para que, efectivamente, esas competencias profesionales se conviertan en una realidad y no se queden en una ilusoria declaración de intenciones.

Esta es nuestra aportación y nuestra apuesta en la búsqueda de un nuevo marco de relaciones entre las familias y la institución escolar, pues las evidencias nos hablan de la necesidad de colaboración mutua y de realizar nuevos análisis de los contextos. Nos hablan también de lo imperioso que resulta que los futuros maestros desarrollen capacidades para realizarlos y adquieran herramientas y habilidades de actuación y comunicación para hacer frente a la cambiante, múltiple y, con frecuencia, desconcertante realidad familiar y social.

*Profesora de Sociología y secretaria académica en la Facultad de Formación del Profesorado de Cáceres.