Una gran parte del colectivo que componemos las personas mayores nos sentimos discriminados e incluso, marginados, Y esto no lo decimos, por supuesto, en cuanto a los avances, de todo tipo, referidos a la alimentación y cuidados sanitarios que ha hecho que la esperanza de vida haya subido de tal manera que no podíamos sospecharlo hace pocos años. Lo decimos en relación a estos interrogantes que expongo: ¿Cómo podemos conseguir, nosotros los mayores, que se nos reconozcan y nos reconozcamos como sujetos sociales, activos y participativos? ¿De qué forma se han dado cuenta las instituciones públicas de esa enorme riqueza de vida y de experiencia acumuladas que tienen nuestros mayores?

Respondo a estos interrogantes afirmando que desde hace bastante tiempo los gobiernos que se han ido sucediendo, unos más y otros bastante menos, según sensibilidades sociales, han tratado de dar cauces a toda esa energía y experiencia de las personas mayores, para mejorar los niveles de valores solidarios de una sociedad muy necesitada de ellos.

Pero creo que después de muchos años de contactos y experiencias sobre este colectivo, y ahora dentro del mismo como un mayor más, puedo afirmar que los actuales cauces participativos puestos en marcha por las instituciones públicas, como son las asociaciones de Mayores, clubs y centros de Día para Mayores e incluso, las asociaciones del Voluntariado de Mayores, no acaban de dar esa respuesta global y profunda para participar en la mejora de la sociedad junto al resto de los colectivos que también tratan de luchar por ese mismo compromiso. Las asociaciones sindicales de pensionistas tratan de llevar a cabo una respuesta más participativa y sobre todo más reivindicativa y de modo especial acerca de los temas referidos a las subidas de las pensiones, de la salud y la marginación. Pero tengo la experiencia de que estos mensajes no llegan a las bases, a esas bases que se pasan el día jugando al mus, al tute, al cinquillo o al dominó, o están esperando que llegue el sábado o el domingo para jugar al bingo y bailar en sus centros o asociaciones. Y conste que esto último no lo pongo en cuarentena: ¡Dios me libre! Pero esto solo no basta. Hay que participar y participar en la vida social porque tenemos vida sana y experiencia que dar.

El informe Foessa de 2003 pag. 276-277, dice: "Queremos hacer visible la necesidad, el derecho y la obligación, de que los mayores desarrollen una mayor presencia en la vida pública y social, sin tutela alguna, superando la infantilización generalizada que, desde todas las instancias, se está haciendo de estas personas".

XNUESTRASx asociaciones son un vehículo apropiado para conseguir la meta de participación en la vida pública de nuestros mayores. Necesitan una amplia y radical transformación, al mismo tiempo que conseguir liberarse de toda acción manipuladora. Nuestros centros y asociaciones tienen que luchar a fin de poder ser instrumentos válidos de concienciación del colectivo. Deben ayudar a la sociedad participando en sus problemas y tratando junto al resto de los colectivos de darles solución desde la experiencia vivida y desde la reflexión de la realidad actual.

Ya existen tanto en España como, sobre todo, en la Europa comunitaria, asociaciones que han tomado conciencia del papel que tienen que jugar las personas mayores en la transformación de la sociedad europea actual. Y lo han hecho volcando sus experiencias, sus historias, sus trabajos pasados en colegios, centros de jóvenes y asociaciones juveniles con el fin de inculcarles la idea de que luchar desde sus años jóvenes contra una sociedad materialista, insolidaria y de modo especial con los que sufren discriminación, y comunicando el mensaje de que esa lucha será la mejor tarea para ser persona comprometida para hacer una sociedad mejor que la que tenemos en la actualidad. Estas acciones pueden y deben constituir un primer capítulo en esa marcha esperanzadora de las relaciones intergeneracionales.

Ha llegado la hora de la intensificación de los acercamientos de los colectivos a la participación ciudadana, ayudando y potenciando la acción de las instituciones políticas, pero, sobre todo, antes deberán conocerse, analizar juntos los problemas en los que están inmersos y comprometerse a colaborar con el resto de las instituciones democráticas a la solución de los mismos. Este será el comienzo de una etapa nueva para mejorar nuestro entorno en los aspectos en que es más débil, es decir, en aquellos valores que hablan de solidaridad, tolerancia, conciencia crítica constructiva, respeto mutuo, acercamiento al que más necesitado esté. Comencemos, pues, mayores y jóvenes a realizar este acercamiento. Nos lo demanda una sociedad necesitada de esos valores.

Sobre lo de las relaciones intergeneracionales habrá que seguir hablando en otros momentos.

*Concejal del Ayuntamientode Badajoz PSOE-Regionalistas