TAtgosto se va agostando, el puente ha pasado, y por estos lares almerienses, tras el levante, brilla el mar con su azul eterno de todos los veranos, que justifica kilómetros, calores y ruido insoportable de la feria hasta las tantas. Cruzada la esquina que conduce a septiembre, recordamos que hay otros mundos aunque no parecen estar en este. Y mientras los expertos atribuyen un exiguo círculo de aconsejadores a Sánchez , integrado por Luena, Begoña y un camarero de Mojácar, una se pregunta con pereza transida de espanto quiénes serán los asesores de los otros padrecitos de la patria para que entre todos estén escribiendo este horrendo relato veraniego en grado cutre.

Pues parece ser que Rajoy llamó a Sánchez, pero este no se puso porque no quería hablar con él hasta que no fijara la fecha de investidura. Mas sí habló con Iglesias . Este, que es un largón, después de estar un tiempo inquietante más perdido que un lobo de Jack London, ha aterrizado cotilleando que el socialista y él estaban de acuerdo en buscar un gobierno en cuento fracase Mariano. Pedro, preguntado por el caso, dice que habló, claro, como habla con todos, --¿por qué con Rajoy no?--, pero que de gobierno progresista ni miajita. Y como resulta que lo que Mariano quería tratar con Pedro era la fecha de investidura, por venganza o por despecho, nos la han colocado el 30 de agosto. Que si no se inviste al fin, las terceras elecciones serán el 25 de diciembre.

Y ahora todo es llanto y crujir de dientes. Los socialistas que qué fecha tan rara, Albiol , que a ver si tiene narices Sánchez de votar no y hacernos peregrinar a las urnas en Navidad y el PP, que Sánchez no se puso al teléfono y que suya es toda la culpa.

Entre el pueblo pleclaro hay opiniones para todos los gustos, en general repletas de hartazgo y sarcasmo. La mayoritaria es hacerse cruces porque esta pandilla de inútiles estén cobrando todos un salario claramente inmerecido. Aunque también predomina el comentario poco sutil pero meridianamente claro de que el 25 de diciembre va a votar su tía la de Cuenca. Con todísimo respeto.