El domingo pasado EL PERIODICO EXTREMADURA publicó un extenso reportaje que parece contestar con un sí rotundo a la pregunta del título. La Iglesia extremeña, decía, cuenta con menos sacerdotes, menos seminaristas, menos católicos practicantes, etcétera. El periodista hacía un análisis de la realidad socio-religiosa en base de una metodología cuantitativa, partiendo de las estadísticas de la Conferencia Episcopal y de las encuestas del Centro de Investigaciones Sociológicas. Sin embargo, tengo algunas objeciones a la interpretación que se hace de las cifras en este reportaje.

Validez de los indicadores: Una de las primeras cuestiones que ha de plantearse el investigador social, es la de encontrar unos indicadores que sean idóneos para analizar la cuestión objeto de su estudio, unos indicadores que reflejen realmente lo que queremos estudiar. Los sociólogos coinciden en que la dimensión religiosa del ser humano ofrece una especial dificultad a la hora de definir indicadores traducidos a datos observables. Sólo aquello que el sujeto exterioriza puede ser observado y estudiado sociológicamente, pero la traducción práctica de la dimensión religiosa de una persona es muy compleja y diversa.

No es lo mismo contar creyentes que contar votantes, por ejemplo. ¿Cómo se mide la fe de una persona o de un colectivo? ¿Preguntando si está bautizado? ¿Contando las veces que va a Misa? ¿Enumerando las obras de caridad que realiza? ¿Por el dinero que aporta a la Iglesia en el IRPF, prescindiendo de lo que entregue directamente en su parroquia?

XLOS MISMOSx datos que maneja el periódico dejan ver la ambigüedad de estos indicadores. Muchas personas que dicen no ser católicos practicantes al contestar una encuesta (sólo lo hace el 13%), se manifiestan también públicamente en otros momentos como cristianos convencidos: lo confiesan (y lo firman) delante de dos testigos cuando se van a casar por la Iglesia, cuando piden el bautismo o la primera comunión de un hijo, cuando rezan el credo cada vez que participan en una Misa --aunque sea de tarde en tarde--, y cuando su familia llama al cura para que celebre sus exequias. Si miramos todos estos casos, el dato sería muy superior al 13%.

Número de sacerdotes: Verdaderamente ha disminuido de forma notable el número de sacerdotes y el presbiterio en su conjunto presenta un gran envejecimiento. En cualquier otra profesión menos vocacionada ya estarían descansando con su jubilación, sin embargo ellos continúan desarrollando todas las actividades pastorales que están a su alcance. Somos menos y más mayores, sí, pero, a pesar de eso, en nuestra diócesis se han creado cuatro nuevas parroquias en los últimos diez años y constantemente aparecen nuevos campos de trabajo pastoral que se procuran atender. En las aldeas más remotas, altamente despobladas, donde han desaparecido hace años el consultorio médico, la farmacia y hasta la panadería, permanece la iglesia.

Es este presbiterio, que sin duda tiene defectos y problemas como los tiene también el profesorado de Religión, quien acompaña y anima a los cientos de laicos comprometidos en la catequesis, la Liturgia o la acción sociocaritativa. En el reportaje se habla del cansancio de la solidaridad y de que "la pérdida del catolicismo también está afectando a Cáritas". Sin embargo, en los últimos diez años se han multiplicado por cinco el número de grupos de Cáritas presentes en las parroquias de nuestra diócesis y el número de voluntarios. Tampoco es del todo correcto lo que se dice acerca de que en Cáritas "llegamos a los mismos sitios, aunque ahora con menos medios, menos fondos y menos manos". Disponemos de más manos, de más medios y de más fondos. Es verdad que una buena parte del dinero proviene de subvenciones públicas, y nos satisface que la administración y la sociedad confíe en el bienhacer de esta institución eclesial. Es un dinero que viene de la sociedad y a ella vuelve en favor de los más necesitados.

Pero tampoco la acción caritativa y social de los cristianos se entendería sin la figura del sacerdote que anima a los grupos en su formación y que celebra los sacramentos, donde los voluntarios sacan las fuerzas para la acción solidaria. Y es que la misión de Cáritas no es sólo realizar una buena gestión de los recursos sino que, como se recuerda en el reportaje, "hay un trabajo en cada parroquia, donde sacerdotes, religiosos y voluntarios tratan de atender las necesidades de los ciudadanos con más problemas".

*Sacerdote, Licenciado en

Ciencias Políticas y Sociología