Mezclar la religión y la política ha sido siempre una mala operación, un comportamiento que ha generado graves perjuicios para la convivencia entre los ciudadanos de sociedades plurales donde tal mezcolanza se ha producido. Esa mezcla ha perjudicado a la religión tanto como a la política, porque si malo es que la religión instrumentalice a la política para conseguir sus fines transcendentes, es igualmente nefasto que la política utilice a la religión y a los sentimientos religiosos de los ciudadanos para obtener ventajas, hegemonías o réditos políticos. Precisamente el origen de la tolerancia como sistema de convivencia social se encuentra en aquel momento histórico en el que, tras largas y crueles guerras de religión en Europa, los ciudadanos llegan a la conclusión de que política y religión no deben ser mezclados y que son dos actividades autónomas entre sí; conclusión compartida ya en el siglo XX en el mundo católico a partir del Concilio Vaticano II, y por quienes desde el siglo XVIII defienden la laicidad positiva del Estado, que según nuestro Tribunal Constitucional, interpretando la vigente Constitución española, es contraria a toda confusión entre fines, objetos, funciones o actividades religiosas y estatales.

XPUES BIENx, la actuación del Partido Popular, tanto en Extremadura como a nivel nacional, en relación al catálogo del fotógrafo señor Montoya , en cuya publicación estiman existe un ataque a la religión cristiana propiciado por la Junta de Extremadura, es una acción muy concreta en la que un partido político utiliza a la religión y a los sentimientos religiosos para erigirse en defensor de unos símbolos religiosos cuya preservación no le corresponde a él sino a la Iglesia católica. Tal como están ocurriendo las cosas se aprecia que el Partido Popular, organización hasta ahora conocida solamente por su carácter político, no sólo está desbordado por un impulso religioso irrefrenable, sino que además con su comportamiento está desbordando también a la actuación que en este asunto viene desarrollando la Iglesia católica. Parecería que en pleno siglo XX, en un país de democracia avanzada, un partido político de pronto se transformase en campeón de la fe, en cruzado de la causa católica, en partido confesional, autoproclamándose en brazo político ejecutor de la defensa del catolicismo. Hoy miércoles preguntan en el Congreso de los Diputados al Gobierno de España sobre lo que piensa hacer "ante los ataques a la religión cristiana que se han realizado desde una publicación patrocinada y respaldada por la Junta de Extremadura". Por su parte el diputado navarro, señor Del Burgo , -- autor de un libro sobre la autoría de la ETA en el atentado del 11-M-- insta al fiscal general del Estado a actuar contra el consejero de Cultura de la Junta de Extremadura, al que considera presuntamente incurso en la responsabilidad criminal prevista en los artículos 524 y 525 del Código Penal. El señor Del Burgo, que como antes hemos dicho ha orientado hacia la ETA la autoría del atentado islamista del 11-M, ahora trata al consejero de Cultura de Extremadura como si fuese el autor mismo de unas fotografías expuestas hace más de cuatro años, cuando aún el sentimiento y el celo religioso del PP no se habían elevado a la altura a la que le ha llevado la convocatoria de las elecciones municipales y autonómicas próximas; en las cuales el consejero de Cultura de la Junta de Extremadura es candidato a la Alcaldía de Badajoz, con serias posibilidades de ganar.

Sinceramente pienso que la religión saldrá perjudicada por haber sido mezclada en este conflicto, en el que la manipulación política del incidente alcanza el carácter de escándalo farisaico artificiosamente creado. Creo que la Iglesia católica debería salir al paso de este intento manipulador del Partido Popular para poner las cosas en su sitio, porque es a ella, y no al PP, a quien le corresponde el protagonismo en la defensa de su confesión, y si el Gobierno extremeño presentó ya a la Iglesia disculpas que en su día fueron aceptadas, está fuera de lugar que el asunto caiga en manos de promotores electorales, de contendientes partidistas que hoy manejan los sentimientos religiosos, de la misma manera que mañana pueden utilizar las pasiones que levanta el fútbol, o cualquier otro sentimiento capaz de mover voluntades.

*Diputado del PSOE al Congresopor la provincia de Cáceres