Extremadura es fundamentalmente campo y, aunque con el gobierno socialista de Guillermo Fernández Vara ya no exista la Consejería de Agricultura como tal, nuestros agricultores siguen teniendo a su patrón San Isidro, a quien esta semana han homenajeado por su día.

Cuenta la tradición que San Isidro es uno de los santos a los que más milagros se le atribuyen, póstumos o no y en nuestra tierra los agricultores andan ávidos de milagros, a la espera de que el presidente de la Junta se exorcice del espíritu de las primarias que tan alejado le tiene de los asuntos terrenales que determinan el presente y el futuro de las almas que pueblan esta región.

La preocupación del campo no es casual. En medio de la parálisis manifiesta de la administración socialista, con las cosas del día a día que no se resuelven, nuestro campo se enfrenta al mayor reto posible: la renegociación de la PAC (política agraria comunitaria) y la capacidad de mantener el presupuesto y las ayudas actuales para nuestros agricultores y ganaderos.

Este desafío requiere un enorme esfuerzo y el presidente José Antonio Monago ya ha ofrecido a Guillermo Fernández Vara su mano tendida para defender los intereses de Extremadura juntos.

Un ofrecimiento que el líder del Ejecutivo no ha tenido a bien contestar todavía, pero que está sobre la mesa, porque nos jugamos todo en estas nuevas negociaciones.

El Partito Popular demostró en la pasada legislatura que sabe cómo negociar la PAC y, en esta legislatura, demostramos nuestro compromiso para seguir construyendo región.

Logramos no sólo consolidar, sino aumentar los fondos del primer y del segundo pilar de la PAC, los pagos directos y el desarrollo rural.

Guillermo Fernández Vara quiere una PAC basada en la economía circular y en la generación de empleo.

Sobre el empleo no se discutimos nada, pero la PAC es una política que supera la economía circular.

La PAC debe ser además una política comercial, una política necesaria para hacer más Europa y vital para los territorios rurales, que nos permita mantener la calidad y la seguridad alimentaria que beneficie a productores y consumidores. Hay que remangarse.