TFtorman los reñidores una tropa nacional que toma Perejil en cuanto la dejan. Son un conjunto armónico de seres que desde la más tierna infancia su cometido en la vida es cabrear a todo el mundo. Después pasa lo que pasa, que los reñidos se cabrean y toman por su cuenta decisiones terribles. De los reñidores caseros el que ha tomado más vuelo, hasta caer como el tonto del lugar, ha sido Aznar, que por reñir no pedía el voto ni para Rajoy.

Después están los reñidores familiares. Yo tengo varios, que desde muy niño me persiguen. Somos los reñidos otra tropa que llevamos a España sobre nuestros hombros como se lleva a la Virgen de las Lágrimas. Nos riñeron por todo y no pierden la costumbre. Nada más decir el pobre de Acebes que habían perdido las elecciones, recibí la primera llamada:

--¿Has visto lo que has conseguido?

--Por Dios, qué he hecho.

--Hemos perdido las elecciones por tu culpa.

Esto serían las once y hasta las doce estuvimos dudando en mi casa si abríamos la botella de champán. A las doce, finalmente, nos sobrepusimos a la culpa y la risa corrió presurosa mientras llegaban amigos y pudimos disfrutar de un rato de francachela, que duró hasta la una, en que volvió a sonar el teléfono y se oyó una voz como un trueno:

--Estarás contento, ¿no?

El mundo, de nuevo, se me vino encima. Mi culpa era irreversible. Pero a la una y diez volvió a sonar, esta vez el móvil:

--Soy Oscar de Extremadura, ¡que enhorabuena! Germán también te felicita. Badajoz no ha caído como en el 36, pero sin que sirva de precedente, tómate una copa.

Inmediatamente llamé a la Seguridad Social y pedí que me pusieran con un psicólogo.

*Escritor