Reconozco que esta precampaña me ha cogido con el pie cambiado. Normalmente se espera hasta septiembre para sacar la artillería cara a unos nuevos comicios de mayo, pero esta vez los aspirantes tienen demasiada prisa en remover el charco, en alterar la calma chicha en la que andábamos metidos, no sea que luego sea demasiado tarde y Vara entre triunfal en la carrera electoral. De ahí la agitación de las últimas semanas y de ahí también la tensión provocada en el ambiente político regional cuando aún resta más de un año para la cita con las urnas. En suma, que si no se manifiesta oposición, si no se sacan los colores al gobierno de turno desde ya, la gente no se plantea alternativas; todo viene de carril para quien está en el poder.

En las filas del PP hay cierta preocupación. El gobierno de Vara ha sufrido el desgaste del poder y hay elementos que han hecho mella en su imagen. El traspaso de las ambulancias es un ejemplo claro. Pero la situación nacional de los populares contrarresta buena parte de sus posibilidades y, encima, les ha salido la alternativa de Ciudadanos, formación cada vez más asentada que les roba votos a mansalva, al menos en las encuestas. A los responsables de la formación naranja en la región (Cayetano Polo de portavoz y Mª Victoria Domínguez de única diputada) casi ni se les conoce, pero ni falta que les hace, ya se encarga Rivera y Arrimadas de pedir los votos y arrebatárselos a Rajoy. Miel sobre hojuelas: el descosido al PP, y también al PSOE aunque en menor medida, tiene pinta de ser de órdago.

A Monago no se le ve mal. Parece mentira que perdiera unas elecciones hace solo tres años. Es un candidato solvente, digamos que sabe llevar bien el coche; el problema es que el ‘bólido’ que condujo en 2015 llegado desde Madrid se ha quedado sin gasolina y son los populares de aquí los que lo tienen que empujar ahora a pie.

Lo mejor para ellos: empezar la campaña ya, poner en tensión a la organización que no olvidemos tiene 30.000 militantes en Extremadura y atacar al contrincante por todos los flancos, en especial aquellos que sean sensibles para la ciudadanía como la Sanidad. Al consejero del ramo, José María Vergeles, lo traen frito. No van a conseguir tumbarle (cuanto más pidan su cese más reforzado va a estar), pero qué duda cabe que el soniquete hace mella, aunque, ojo, llega un momento en que rechina por cansino y repetitivo y la gente desconecta. No se descartan nuevos frentes, y si salta alguna que otra polémica ahí va a estar el PP para liderarla.

En Podemos parecen haberse subido al carro opositor en las últimas semanas con mayor contundencia. Sin embargo, sus votantes se hallan un tanto desconcertados. Ir de la mano del PSOE no procede a estas alturas de la legislatura si quieren ser alternativa desde la izquierda, pero para ponerse en su contra hay que elegir bien no sea que aparezcan del lado del PP como ha ocurrido en algún caso. Hay que poner inteligencia y insuflar cambio pero desmarcándose de la derecha.

Difícil coyuntura va a tener que salvar su líder, Álvaro Jaén, si quiere repetir o incluso aumentar resultados electorales. La formación no tiene la frescura ni el ímpetu de hace tres años y las guerras internas a nivel nacional no le han venido nada bien. El presumible descenso se pretende contrarrestar sellando una alianza electoral con Izquierda Unida, formación esta última cuya dirección, liderada por Joaquín Macías, está por la labor. Sin embargo, veremos qué recorrido tiene, dado que también entran en negociación las candidaturas municipales.

Y finalmente está el PSOE, cuya labor hoy por hoy es la resistencia al embiste de la oposición. Todo lo demás lo da el gobierno, donde se hace y se deshace todo lo que ocurre en esta bendita región. Ya se sabe que las elecciones no las gana la oposición, sino que las pierde el gobierno, por lo que se van a extremar las precauciones para no fastidiarla a última hora. Vara es un líder indiscutido después de las arduas primarias vividas el año pasado con hasta tres candidatos. Ya no hay Sanchistas ni Susanistas, todo dios es Varista y que se atreva alguien a decir lo contrario. Encima, él mismo se encarga de señalar (la última vez esta semana en Yuste) que aspira a sacar más de 40% de los votos y ganar nuevamente las elecciones aunque tenga que negociar un gobierno desde el día siguiente de las urnas.

Todo se verá porque en un año cambian mucho las cosas. Doce meses electorales es toda una eternidad, y con la tensión con la que hemos arrancado no cabe duda de que la carrera desfondará a más de uno si no administra bien todas sus fuerzas.