Pedro Gómez de la Serna, lo recordarán, es el diputado que se dio de baja en el Partido Popular el mismo día en que tomó posesión de su escaño en el Congreso (obviamente, la baja fue posterior a la toma de posesión), pasando así al grupo mixto y al aforamiento parlamentario. Aunque el sueldo de un diputado no es como para decir ¡puaf!, lo que hizo Gómez de la Serna lo hizo exclusivamente por el aforamiento, ya que su partido le había repudiado por un quítame allá esas comisiones (intermediaba para que empresas españolas obtuvieran contratos en el extranjero) y, como se sabe, el aforamiento sirve para lo que sirve, es decir, para que el diputado mixto Gómez de la Serna, por ejemplo, no pudiera ser juzgado por un tribunal ordinario. Ahora, por cierto, lo intenta la Audiencia Nacional.

El caso es que tan repudiado estaba que el Gobierno --que sigue siendo el del partido en el que Gómez de la Serna causó baja-- no había reclamado sus servicios desde entonces, siendo administrador del Estado. Y la ley de la Función Pública establece que si ningún departamento del Gobierno reclama los servicios de un funcionario del Estado, el no reclamado debe reincorporarse al último puesto en el que ejerció, que fue el Ministerio del Interior, donde Gómez de la Serna se dedica ahora a elaborar informes jurídicos. Por supuesto, ni el ministro de Interior, que «no despachará con él» (muy dignamente), ni el resto del Gobierno, que acata la reincorporación de su exdiputado «por imperativo legal» (la fórmula de Herri Batasuna), quieren saber nada del comisionista.

Preguntado por eldiario.es --que ha dado la noticia--, Gómez de la Serna se ha limitado a dos yoes. «Yo estoy fuera de la política», ha dicho, como si el estar hoy fuera de la política le eximiera de lo que hizo cuando estaba dentro. Y después: «Yo soy una persona no pública», cuando ocurre que es una persona que se ha hecho pública (y notoria) precisamente por el uso que ha hecho de la política. Solo otro Gómez de la Serna (Ramón) podría explicarle por qué es un repudiado: «Si el honor pierde su hache, está perdido». Y solo y fané y descangayado.

* Funcionario