Al hilo del revuelo por las declaraciones de la ministra Chacón está creciendo la especie de que España debió retirar las tropas de Kosovo hace un año, cuando se produjo su autoproclamada independencia, que Madrid no reconoció. Pero ese argumento es, simplemente, tramposo. En febrero del 2008, Bush todavía estaba en la Casa Blanca y ese gesto hubiera implicado darle dos veces en la misma mejilla al entonces presidente norteamericano, cuando faltaban tan pocos meses para que se celebraran unas elecciones que podría haber ganado McCain . Además, ya se había armado bastante revuelo, interno e internacional, con el hecho de que el Gobierno español rehusara reconocer la independencia de la pequeña república y base norteamericana en los Balcanes. Recordemos, además, que todo eso acontecía en torno a las elecciones en nuestro país. Definitivamente, no habría sido el momento de anunciar la retirada de las tropas.

Ahora es una buena ocasión. Entre otras razones, porque ha pasado un año decisivo para evaluar cómo evoluciona la joven república-base. Y resulta que solo un tercio de los países soberanos del mundo han reconocido tal autoproclamada independencia. De acuerdo que lideraron esa maniobra las potencias occidentales, encabezadas por un Bush empeñado en organizar una neoguerra fría que distrajera de los desastres en Irak. Pero otros también poderosos y democráticos, como la India o el enorme Brasil de Lula da Silva , que es occidental, democrático y más progresista que algunos países europeos, siguen sin reconocer la independencia del minúsculo Kosovo.

XPOR LO TANTOx, ojo con argumentos que esconden planteamientos reaccionarios. El pasado 8 de octubre, la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó por mayoría una resolución en la cual se exigía que la Corte Internacional de Justicia emitiera su fallo sobre la legalidad de la proclamación de la independencia por Kosovo. Este hecho en sí mismo fue un fenómeno extraordinario, uno de los escasos contragolpes contra el poder de las grandes potencias en la ONU, implantado en la Asamblea General. Solo por eso, los que acusan al Gobierno español de "provincianismo" por no seguir la senda de los grandes en el asunto de Kosovo, parecen ahora, con la boina bien calada, simples vendedores de la estampita. Y, por si faltara algo, en este primer año de independencia kosovar también se ha podido constatar que la soberanía no tiene por qué ser la varita mágica que ingenuamente se supone: la situación económica de la nueva república sigue siendo, como mínimo, calamitosa. Ante ese dato, sería abusivo suponer que la mera presencia de tropas internacionales en la zona es una garantía para que el país kosovar salga adelante. En realidad, lo que enseñan casi 20 años de operaciones de intervenciones supuestamente humanitarias es que los países bajo la tutela internacional y con tropas en su suelo, han ido a peor o, al menos, siguen paralizados como estados viables.

Aclarado todo esto, pasemos al eco de las declaraciones de la ministra en Kosovo, el pasado día de san José. El secretario general de la OTAN, el holandés Jaap de Hoop Scheffer , se las tomó bastante a mal. Es el mismo hombre que solo pudo defender verbalmente a la díscola Georgia el pasado mes de agosto cuando su presidente se lanzó a la extraña aventura épica de enfrentarse a Rusia. Pero, recientemente, el holandés tuvo que tragar la decisión de restablecer las buenas relaciones entre la OTAN y Rusia. La verdad es que la Organización Atlántica no da una a derechas en los últimos tiempos: no olvidemos lo mal que van las cosas en Afganistán. No es de extrañar que, con tantos nervios, en Bruselas hayan sobreactuado ante el anuncio de la retirada española de Kosovo.

Por su parte, la reacción de Washington ha sido de desconcierto, producto de una aún desconcertada presidencia, muy reciente en la Casa Blanca y volcada en paliar la crisis económica, pero que cuenta con el mismo secretario de Defensa que servía a Bush. ¿Se percatan de lo que habría significado retirar las tropas de Kosovo en febrero del 2008.

Para terminar,en la misma España la polémica ha sido muy atizada por alguna prensa, de la oposición externa e interna al partido del Gobierno, que se está acostumbrado demasiado a azuzar campañas políticas. Con la resaca de la reciente dimisión del ministro de Justicia, las plumas se calentaron de nuevo con Chacón. Pero sin tanta soflama como se ha oído y leído estos días, la perspectiva sobre lo ocurrido en Kosovo habría sido más ajustada a la realidad. Defensa y Asuntos Exteriores son dos ministerios de interés estratégico para el Gobierno, estrechamente coordinados desde Presidencia. Y estas tres instituciones mantienen sus propias formas de contacto permanente con el resto de los países. Siempre puede haber fallos o desencuentros, pero, cara al exterior, la cacofonía de las críticas ha dado una imagen del país mucho peor que el supuesto resbalón de la ministra.

*Profesor de Historia Contemporánea de Europa Oriental y Turquía de la UAB.