El ministro de Justicia ha recomendado a los empresarios que reciben cartas de extorsión de ETA, que se resistan, que no paguen los 400.000 euros que les exigen y, además, que denuncien a ETA a la policía. Eso aquí, en España. En China, que está más lejos, han ido más ídem, y han prohibido, a través de un decreto, que el Dalai Lama se vuelva a reencarnar en ningún niño. Si el imperio romano hubiera tenido el atrevimiento de los chinos coetáneos, a lo mejor habrían prohibido a Jesucristo que resucitara y hubiera cambiado la Historia, pero cuando murió Jesucristo, ni Poncio Pilatos , ni el emperador Tiberio , sabían quién era aquél tipo.

Menos mal que, por encima de nosotros, están siempre las dignísimas autoridades, dispuestas a encaminarnos por el buen sendero, a iluminar nuestras dudas y a guiarnos con sus consejos.

El ministro Bermejo sabe de lo que habla, porque él mismo es un resistente y viaja con dos escoltas y un automóvil blindado y dotado de un inhibidor de señales, y lo que tienen que hacer los empresarios es tomar las mismas precauciones, eso sí, no con arreglo al erario público, sino a su costa, pero siempre saldrá más barato que abonar los 400.000 euros de golpe, siempre y cuando la situación no se prologue cuatro o cinco años, porque, entonces, si echas cuentas, sale más barato abonar el chantaje.

Lo de denunciar la extorsión ya requiere más cuajo, porque, si se vive en un pueblo pequeño de Euzkadi, lo de denunciar a ETA tiene molestas consecuencias que el señor Bermejo, residente en Madrid, ni se imagina.

Por cierto, las autoridades chinas, con tanto sentido común como nuestro ministro Bermejo, ya han cambiado la consigna estatal "Cría menos niños, pero más cerdos", por esta otra más políticamente correcta: "La madre Tierra está cansada de mantener niños". En la UNICEF han respirado tranquilos. Y los cerdos, también.

*Periodista