Como madre, observo con gran preocupación lo que sucede en nuestra sociedad actual: estamos confundiendo libertad, con satisfacción rápida y arbitraria de todos los impulsos y deseos de nuestros hijos. Así, comienza el conflicto cuando van al colegio o al instituto, y se encuentran con el límite : los profesores, la disciplina, los contenidos, el sacrificio del estudio, el respeto por los compañeros, por los adultos, el estar en silencio- Eso les resulta insostenible, no están educados para los más sanos y lógicos frenos que todo ser humano ha de soportar si quiere ser persona. Ante esto, los padres apoyan a sus hijos, sin sospechar el tremendo mal que les hacen. En esto, la psicología y el psicoanálisis, dicen lo mismo que la moral tradicionalmente cristiana de nuestra cultura: sin capacidad para acatar las normas, la persona se desconfigura. Y eso es función de los profesores y los padres (para lo cual se necesita colaboración entre ambas partes): el niño no se hace solo. Antes habría represión, y no queremos eso, pero ahora hay superficialidad, vandalismo sexual y general, mediocridad a todos los niveles-

Los profesores- personas abnegadas que quieren convertir a nuestros hijos en unos seres humanos íntegros- que llegan con seguridad agotados cada día a sus casas intentando personalizar su educación- y nosotros los pisoteamos- Creo que todos los padres y madres, e incluso los dirigentes y gobernantes, deberían pensar bien si no hemos caído en un extremo de consecuencias temibles. Soportemos la disciplina de nuestros hijos- la satisfacción compulsiva de todos sus deseos, incluso los agresivos, no les hará mejores personas, ni siquiera unas personas sanas- Y si no, que se lo digan a los psiquiatras, cuyas consultas están llenas de adolescentes.

Olga Rivas **

Badajoz