De sobra es conocido el talante del presidente del Gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, de la utilización jocosa que se hace del mismo y de su negativa a entrar en descalificaciones con la oposición, esa oposición grosera a la que nos tienen acostumbrados.

En las hemerotecas puede comprobarse que es una constante en el Partido Popular, no solo de esta última etapa, sino de la anterior cuando convirtieron el Parlamento en un corral, sin muestra alguna de respeto por el adversario ni, de paso, por los ciudadanos en general. Pero este tipo de comportamientos no se pueden extender a otros ámbitos de la vida política y ciudadana, y permitir, por ejemplo, que militares uniformados se manifiesten, precisamente porque son ellos los garantes de la seguridad del resto de la ciudadanía, y mucho menos que acusen al presidente de su Gobierno de embustero.

¿En qué país se permite esta falta de respeto hacia un representante institucional? No tenemos bastante con el clero uniéndose a las manifestaciones del Partido Popular, mostrando su firme oposición al Gobierno en temas como el terrorismo, el preservativo para contener los problemas del sida, o contra el matrimonio homosexual. O las víctimas del terrorismo posicionándose claramente del lado de un partido político, --que dicho sea de paso huelga decir que todos respetamos su dolor. Pero una cosa es respetar su dolor y otra distinta es estar de acuerdo con su posición ideológica, sobre todo cuando tachan alegremente de asesino al presidente del Gobierno. Cabe decir, no obstante, que no todas las víctimas están representadas en esas manifestaciones, porque no todas las víctimas pregonan su dolor a gritos en las calles mientras insultan al máximo responsable de su país, ni todas las víctimas o familiares portan pancartas contra un gobierno sí y otro no, ni todas las víctimas o familiares lo son por la acción de los asesinos de este país.

Y ahora, por si no había suficiente, se manifiestan 3.000 agentes de la Guardia Civil, que independientemente de si sus reivindicaciones son justas o no, no se hubiesen atrevido a hacerlo estando en el gobierno el Partido Popular, y mucho menos permitirse el lujo de tildar al anterior presidente de embustero . Y por si fuera poco las últimas declaraciones del señor Aznar en San Sebastián tildando al presidente del Gobierno casi como de colaborador de ETA. En cualquier otro país esto sería constitutivo de delito, pero aquí pareciera que da igual llamar al máximo responsable político de la nación asesino, embustero o criminal.

Que todos tenemos derechos a reivindicar, a manifestarnos (a excepción de las Fuerzas Armadas) y a la libertad de expresión no se puede negar, pero esto debe tener un límite y da vergüenza ajena formar parte de un país donde la oposición, ciudadanos representantes de sectores civiles, militares y confesionales se manifiesten y aprovechen su reivindicación para insultar de manera ruin y vejatoria a quien es, aunque no quieran, el presidente de su país.

*Responsable de Secretaríade Políticas de Igualdad en el PSOE