La mayoría de los que amamos el fútbol, sobre todo el de base, queremos que nuestros jóvenes disfruten de un deporte que los ayude en su formación humana. Por eso propongo que este verano el mundo del fútbol se llene de torneos educativos en los que se haga hincapié en dos valores fundamentales: el respeto y la honestidad. Si cada club se lanza a ello, conseguiremos un gran cambio en el fútbol y un gran beneficio para los jóvenes y el mundo en general. Estos valores pueden trabajarse antes de cada partido, con una pancarta o breve lectura de unas palabras de los jugadores en favor del comportamiento respetuoso dentro y fuera del terreno de juego. Con el compromiso de ayudar al árbitro siempre que sea posible, sin engañarlo. Cuando un jugador vea que el árbitro se ha equivocado a su favor, debe decírselo. Esto hace crecer a los chavales y crea gran unión y respeto entre ellos, disfrutan más y mejor de su actividad deportiva y se sienten más felices. Está bien que busquen ganar, pero de forma limpia, no a cualquier precio. Ganar perdiendo el honor es la peor de las derrotas.

RELACIONES LABORALES

Empleados sanguijuela

Andrés Arbó

Profesor

Algo común en las empresas es la existencia de algunos modelos de trabajadores. Me gustaría hablar de las sanguijuelas, aquellos compañeros de trabajo o jefes que te chupan los méritos en beneficio propio, aquellos que roban tus victorias, individuos que se cuelgan medallas que otros han ganado. El otro día, en un pequeño comercio, observé a una sanguijuela con todo su esplendor. Me atendía una chica joven y, tras un buen rato aconsejándome, llegó su compañera, que estuvo todo el rato mirando el móvil, sentada detrás del mostrador, y le dijo: «Ya le cobro yo». Hasta aquí podríamos pensar que lo tienen repartido así. De repente, entró por la puerta la dueña del local y le preguntó con voz muy baja: «¿Qué tal la nueva chica, trabaja bien?». A lo que esta respondió: «No ha hecho nada en toda la mañana». Me indigné profundamente. Creo que los encargados de las empresas tienen la obligación de hacer un estudio de este hecho, de impedir que pase y de educar a aquellas personas que lo hacen de forma involuntaria. Y es que quema mucho ver que das tu energía para hacer un trabajo bien hecho y que después otorguen los méritos a otro. Entonces, ¿qué podemos hacer nosotros? Pues decirlo. Y así lo hice. Regresé a la tienda y le comenté a la dueña que la primera chica me había aconsejado muy bien y que la segunda, que no había hecho nada más que mirar el móvil, solo me cobró, y que me había olvidado de preguntarle si podían cambiarme unos complementos que tenía el objeto que había comprado. La señora miró de reojo a la sanguijuela y me hizo el cambio. Sé que debería haberlo hecho en ese mismo momento, pero lo supe hacer después. Todos somos trabajadores, y todos podemos ser tratados así. No nos quedemos callados.

PARAÍSOS FISCALES

??De nuevo la inmoralidad

Miguel Fernández-Palacios

Madrid

A pesar de la alarma social, vuelve la indecencia con la publicación de más Papeles de Panamá. Los Gobiernos no actúan, y así, las legislaciones consienten bancas opacas y países con fiscalidades mínimas. Hay que exigir a la ONU que liquide estos paraísos, prohíba el secreto bancario y obligue a tributar en el país donde se comercia, no donde se tenga la sede. Entretanto, nuestro Parlamento debería legislar para que a los concursos públicos concurran compañías sin conexión con estos territorios y elimine toda ayuda estatal a las empresas con vínculos en ellos. Se calcula que estos paraísos sangran a España 40.000 millones de euros al año. Mientras no se ponga coto, este inmenso sumidero fiscal -sibilina forma de corrupción- engullirá pensiones, hospitales, escuelas e infraestructuras, liquidando la justicia social.