El índice de precios de consumo (IPC) de julio cayó ocho décimas, aunque apenas se ha notado en la inflación de los últimos 12 meses, que sigue en el 3,4%. Es un dato positivo pero pasajero, porque han pesado mucho más las rebajas de ropa y calzado que el precio de los carburantes, que aún no se ha trasladado del todo a los consumidores.

También en julio han repuntado los precios más directamente vinculados al turismo: alimentación, hoteles y restaurantes. Cuando el sector se queja de caída de visitantes, también debería plantearse si la mejor manera de recuperarlos es subiendo precios.

Entre enero y julio del 2004 los precios han subido un 1,4% respecto del mismo periodo del 2003. Algo más de la mitad de esa cifra, ocho décimas, se debe al encarecimiento del capítulo de transporte. Y falta la repercusión del alza imparable del barril de crudo empezada hace unas semanas. Tampoco es halagüeño saber que la inflación subyacente --la que excluye los precios más oscilantes como alimentos y energía-- está en el 2,8%. No ha variado en un año. Este dato por sí solo indica que el problema de los precios en España, además de la incidencia acusada de las gasolinas, es estructural, lo que exige una política activa del Gobierno.