TAt medida que vamos conociendo más detalles acerca de la reforma laboral se incrementa la evidencia de que en éste, como en otros asuntos, al Gobierno le superan los acontecimientos. El decreto con el que Zapatero ha viajado a Bruselas volverá al Parlamento para convertirse en proyecto de ley, lo cual es tanto como decir que estamos ante una crisálida que acabará en mariposa. Quiero decir que cuando los sindicatos hagan su huelga general para protestar contra las medidas que conocemos hoy --desde IU, Gaspar Llamazares habla de "despido a la carta"--, las normas serán otras. Pueden cambiar porque el PSOE no tiene mayoría y necesitará apoyo parlamentario. Si quiere el de CiU, ya sabe lo que tiene que hacer. A Durán Lleida el actual decreto le parece un "churro". Si pretende el apoyo de los vascos, la cosa tampoco le saldrá gratis. Del PP, a juzgar por las palabras de Rajoy en Bruselas, que no espere ZP ni agua. Y para UPyD, con la combativa Rosa Díaz en el escaño, ya se sabe que más que poner parches lo que Zapatero debería hacer es convocar, ya, elecciones.

Y en eso estamos, en uno de esos momentos políticos para los que Antonio Gramsci reservaba el calificativo de tragedia política. Tragedia que según su decir acontecía cuando lo nuevo no acababa de nacer y lo viejo no terminaba de morir. En términos formales, faltan dos años para completar la legislatura, pero políticamente hablando el Gobierno en general y el presidente Zapatero en particular, están quemados. La falta de crédito político trasciende al ámbito económico y cursa de forma transversal hacia los estados de opinión de dentro y de fuera. Los inversores extranjeros recelan de la capacidad del Reino de España para asumir sus deudas. Todos los especialistas coinciden en que sin crecimiento económico no se sale de la crisis; son mayoría quienes vinculan la recuperación a la circulación del crédito hacia las empresas (pequeñas y medianas), con el fin de que puedan sobrevivir y crear empleo. También está muy extendida la opinión de que, a corto plazo, la reforma laboral no creará puestos de trabajo. Desde luego, la anunciada huelga general no contribuye a mejorar las expectativas.

Conclusión, donde hay que responder al Gobierno de Rodríguez Zapatero es en las urnas, no en el tajo.