Antonio Campesino y Javier Pizarro, vicepresidente y vocal del comité español de Icomos, el organismo que asesora a la Unesco en materia de patrimonio, difundieron ayer un informe sobre la obra del nuevo hotel de Atrio en la cacereña plaza de San Mateo que va más allá del informe municipal y supone una respuesta contundente al informe avalado por la presidenta del organismo, María Rosa Suárez-Inclán Ducassi. El informe, firmado de su puño y letra y con precisión de los cargos que ostenta cada uno de ellos en el Icomos, es decir haciendo constar su plena responsabilidad sobre el texto, contrasta con las conclusiones a que llegaba el documento ´oficial´ y destierra cualquier posibilidad de "expolio", de "demolición" y de que se fusionen parcelas con la obra del hotel, al tiempo que concluye que la obra se ajusta a la normativa vigente. Contrasta ese documento, además, con el carácter anónimo del informe defendido por Suárez-Inclán, una circunstancia que --lejos de ser baladí, como parece serlo para algunos espontáneos con inclinaciones de ejercer de oficina de prensa de la presidenta del Icomos--, agrieta la confianza que la sociedad debe tener en este organismo y alienta la duda sobre la probidad y la limpieza de sus intereses. ¿Qué quedará de este episodio? Un viaje a ninguna parte y damnificados por doquier: el Icomos fracturado, el proyecto de Atrio en entredicho, la Ciudad Monumental de Cáceres en la picota y la opción a ser capital europea de la cultura debilitada. Como se ve: un regalo para Cáceres. Un pan como unas tortas.