WLw a inflación al 4,3% y el aumento del paro en más de 100.000 personas en el año 2007 son datos que preocupan. Y algunos los han magnificado, relacionándolos con la restricción crediticia mundial y la caída de la actividad constructora, para proclamar que España está en plena crisis económica. Han llegado hasta a culpar al Gobierno del encarecimiento de las hipotecas, cuando el tipo de interés lo fija el Banco Central Europeo. Y el exministro del PP Díaz Cañete ha sentenciado que se necesita "un decreto ley brutal".

Pero el alarmismo, aunque sea interesado, precisa respuestas, y Pedro Solbes dio algunas el pasado jueves durante su comparecencia. El crecimiento del último trimestre ha sido del 3,5%, que no pueden menospreciar los que presumían, hace cuatro años, de crecer al 3%.

El paro está en el conjunto nacional en el 8%, el nivel más bajo de los últimos 30 años, pese a la inmigración. Y a su regularización. Y la inflación del 4,3% hay que verla en contexto: el precio mundial del crudo y el diferencial con la Unión Europea que ha empeorado solo dos décimas (de 1 a 1,2 puntos).

Solbes también tiene razón en que la desaceleración no es mala si el crecimiento no baja del entorno del 3% y la construcción no se desploma como ha ocurrido en otros lugares del planeta. Y no cayó en el excesivo optimismo del presidente Rodríguez Zapatero ni excluyó que la crisis, hoy inexistente, pueda llegar.

Si la ´locomotora´ que es Estados Unidos entra en recesión, toda Europa lo acusará. Pero señaló tres hechos que permiten contemplar las vacas flacas con más confianza. Uno, el superávit presupuestario --nunca alcanzado en democracia-- que llega ya al 2% del PIB. Dos, la economía española es más sólida porque trabajan tres millones de personas más. Y tres, la solidez del nuestro sistema financiero, mayor que el de países mas avanzados.

Pero también hay sombras en las cuentas nacionales. La primera de ellas es que la caída de la construcción pueda incrementar el paro más de lo que el dinamismo de los otros sectores lo pueda rebajar. Y más paro tendría efectos recesivos. Sin olvidar la incógnita social de su incidencia sobre la inmigración. La segunda es que, si bien nuestro sistema financiero es actualmente muy sólido, el fuerte déficit de la balanza de pagos --característico en la historia económica de España-- hace que la economía de nuestro país dependa del crédito bancario internacional. Y si la crisis financiera se alarga, España sufrirá.

Solbes volvió a mostrar solvencia y sentido común, aunque nuestra economía puede tener problemas de cierta envergadura. Pero el catastrofismo no tiene razón de ser y, como ha señalado la propia CEOE, es irresponsable por sus efectos negativos.