TEtn todos los gobiernos de la democracia han existido cambios de cartera y reestructuraciones al objeto de afrontar con ciertas garantías --o al menos esa es la intención-- las responsabilidades y compromisos asumidos en la legislatura. A pesar de que se trata pues de algo asumido por todos y algunos dirían, recomendable, aún no alcanzo a entender la retirada de José Bono del gobierno de Zapatero , si es porque las diferencias existentes han acabado con la paciencia del segundo, o porque existe un trasfondo de mayor calado que me temo jamás conoceremos.

Tengo que reconocer cierta simpatía por el líder castellano-manchego y me consta que la comparten miles de ciudadanos, de dentro y fuera de esa tierra, por lo que su salida por la puerta de atrás me produce cierto malestar, por la brillante trayectoria y dedicación hacia los ciudadanos y ciudadanas de este país, especialmente desde el puesto que se le encomendó en los últimos tiempos.

Como se suele decir lo que mal empieza mal acaba y es que Bono ha sido siempre un compañero incómodo, cuyo nombre se barajaba para la sustitución de Aznar en la Moncloa y que finalmente se quedó tan sólo con el Ministerio de Defensa. Tuvo la valentía de renunciar a un premio que se le otorgó nada más llegar al gobierno (la cruz al mérito militar), de rechazar reformas y estrategias de ZP , de presuntamente tener que hacer uso del embuste para defender los intereses de su partido, y lo que más le ha dolido, según sus propias palabras, ha sufrido por ello la bronca de su hija pequeña, y eso ha sido la gota que ha colmado el vaso.

Estamos quizá ante una cruzada de acoso y derribo contra aquellos que opinan de otra forma o es que las negociaciones con Otegi y sus chicos también llevan en el lote la pérdida y el aislamiento de personas. El tiempo nos irá despejando cuantas dudas conforman este enigmático asunto. felipe.sanchez.barbaextremadura.es

*Técnico en Desarrollo Rural