XMxañana, 5 de junio, se celebra en todo el mundo el Día del Medio Ambiente. Esta jornada es el fruto de la importancia que la sociedad actual ha llegado a dar a la conservación racional del entorno natural. Este día es una prueba más del grado de concienciación que el ser humano del siglo XXI ha adquirido y que supone un seguro para la supervivencia de nuestro planeta y de las especies que lo habitan.

Desde un punto de vista ambiental, Extremadura es, seguramente, un emplazamiento con características propias, diferenciadoras y exclusivas. Y como ejemplo de la mezcla de concienciación y conservación natural, herramientas de defensa ambiental, como la Red Natura 2000, actúan en nuestra región como un elemento de protección de las especies y de los espacios. Con todo, nuestro patrimonio natural debe ser uno de los máximos baluartes para los extremeños y un referente a nivel europeo.

Una de cada tres hectáreas de la superficie regional cuenta con un reconocimiento de especial protección desde el punto de vista de la conservación. Este dato, más que una mera estadística, debe hacernos reflexionar, pues sirve para resaltar la biodiversidad que nos identifica a los extremeños como los habitantes de un paraíso, un oasis, para el reino vegetal y el animal, especialmente si hablamos de las aves. Los pájaros, que ven toda Europa desde el cielo, han elegido nuestra tierra para vivir y eso nos debe hacer sentir orgullosos y reflexionar.

Pero esa satisfacción se torna a la vez en una gran responsabilidad, la de proteger y conservar nuestro privilegiado entorno natural. Y esa labor no sólo corresponde a la administración, sino que ha de ser el deber de todos los ciudadanos.

Buena parte del esfuerzo que realiza la Junta de Extremadura va encaminado a fomentar el desarrollo y la consolidación de los espacios naturales protegidos y en la puesta en marcha de un sólido plan forestal de Extremadura. Precisamente, ese plan garantizará la existencia de los hábitats que necesitan nuestras especies protegidas y de unos paisajes que, como extremeños, son nuestra propia marca de identidad y que tienen el apellido dehesa en buena parte de los casos.

Cualquier política medioambiental que se precie debe saber afrontar con garantías el acoplamiento del crecimiento industrial de una región y su conservación natural. Sin duda, creo que ése es precisamente el gran reto, y casi el principal, que debemos saber trazar. Hay que estar preparados para la evolución. Extremadura está en plena fase de crecimiento, está evolucionando a actividades industriales que hasta ahora eran inexistentes. Debemos acostumbrarnos a ser un posible foco de importantes inversiones industriales pero, en ni ningún caso, esa circunstancia debe generar dudas. En Extremadura cabemos todos: los que defendemos la protección de la naturaleza y los que apostamos por el crecimiento industrial de nuestra tierra. Afortunadamente, para velar por este equilibrio, contamos con una legislación lo suficientemente estricta y escrupulosa como para que cualquier proyecto industrial que caiga en nuestras manos se estudie con la profundidad necesaria, tal y como ha venido sucediendo hasta hoy.

Ante este crecimiento industrial de la región, el único mensaje que cabe es el de la tranquilidad. Extremadura seguirá siendo tan natural como lo es hoy con una, con tres, con cinco o con ninguna gran industria asentada en nuestro territorio. Y además, como garante de la transparencia de esta política medioambiental, la ley incluye trámites suficientes de exposición pública y de información y alegaciones, lo que asegura que todos los colectivos de nuestra región serán escuchados a la hora de decidir si un proyecto es perjudicial para la región o no.

Así, ante este gran reto que supone la conjunción de crecimiento industrial y protección del patrimonio natural, los extremeños debemos (y necesitamos) tener una mentalidad abierta y objetiva preparada para el estudio de las distintas iniciativas privadas que quieran recalar en nuestra región, para con el máximo rigor decidir a favor del interés general. Y ante esto, contamos con los vehículos adecuados para tener la seguridad de que ninguna empresa se asentará en nuestra región si no cumple con los requisitos medioambientales y sociales exigidos. Los extremeños, por convicción, estamos al frente de una política que no debe comprometer el futuro de nuestros espacios protegidos o de nuestras especies. Ser extremeño es pertenecer a una parcela de terreno privilegiado que no vamos a permitir que pierda su encanto, pero que tampoco vamos a convertir en una reserva para los demás.

*Consejero de Agricultura y Medio Ambiente