La vida real no es a veces sino una gran novela picaresca. El hecho de que una Universidad aunque sea en la patria chica de Rinconete y Cortadillo incluya en su normativa un artículo en el que se permite a los alumnos continuar un examen si el profesor los pilla copiando con la excusa de salvaguardar así los derechos del pícaro da idea de cómo se parece España al patio de Monipodio. Rajoy aseguraba el otro día a propósito del deseable pacto PSOE-PP sobre educación que prefería hablar con Angel Gabilondo que con Zapatero porque el ministro es hombre serio. Aparte de que el amable jefe de la Oposición se conjure también para confundir a ZP con Míster Bean -hay quien opina que no se parecen nada porque uno es cómico magnífico y el otro soso irredento-- es cierto que el ministro tiene fama de hombre inteligente y conciliador. Quizá por lamentable exceso de conciliación, enterado de la tropelía sevillana contra toda noción de justicia o autoridad, en lugar de adoptar una actitud enérgica y clara conforme a criterios sensatos exigibles al alto cargo que representa escurrió el bulto y apostó tibiamente por formas de examen "que no dependan tanto de asuntos memorísticos ni de copiar o no copiar". ¿Le faltó valor para defender los valores del esfuerzo y la honradez? El pasado lunes exponía --lo oí yo-- que él como ministro estaba en contra de copiar --¡pues menos mal!-- pero que el hecho en sí tenía unas connotaciones jurídicas que había que estudiar. Tras un intenso debate se ha impuesto el sentido común. Queda sin efecto el artículo 20 "para reafirmar el compromiso de la US con la recompensa al mérito y el esfuerzo, con la reprobación de conductas fraudulentas y con la alta valoración de la figura del profesor". Tras el escándalo y el rechazo social se mantendrá la espartana costumbre de sancionar al fullero que se cree más listo que sus compis, pero eso no impide que el tibio ministro se haya puesto en evidencia. Yo no me apunto al apocalíptico: "a los tibios los vomitará Dios", pero reclamo sin rubor: contra los tramposos, tolerancia cero.