WLwa emisión el martes en Telecinco del programa Diario de una amenaza: centrales nucleares , en el que se relacionaban casos de cáncer con la Central Nuclear de Almaraz, ha suscitado un aluvión de críticas en la planta y en los municipios del entorno. Estamos ante un asunto muy delicado. Precisamente porque quienes padecen cáncer tienen todo el derecho a saber la verdad, cualquier información sobre el asunto debe extremar su rigor y no caer en el maniqueísmo de que los que denuncian a la nuclear tienen razón y los que la defienden --o, simplemente, no la atacan-- carecen de ella. Ayer, la Junta de Extremadura, que en 1999 asumió una moción de la Asamblea que pedía el cierre de Almaraz y por tanto no se le puede tachar de pro nuclear, señaló que no hay datos de que los niveles de radiactividad en torno a la planta superen los niveles normales. Y la oncóloga del Hospital de Plasencia, Isabel Duarte , que precisamente había aparecido en el programa citado, señaló que las tasas de mortalidad por cáncer no son mayores en la zona de Almaraz que en otras áreas sanitarias alejadas. Sería caer en la neurosis rechazar esos datos argumentando que participan en una especie de conspiración de silencio creado por el poder económico de las centrales.