La soledad del presidente Zapatero está acompañada únicamente por las pacíficas sesiones del Comité Federal del PSOE. Un panorama dramático con dos horizontes cercanos: la aprobación de los presupuestos del 2011 y las elecciones catalanas; cada vez es más difícil pensar que José Montilla siga siendo presidente. Ocurre con demasiada frecuencia que los líderes políticos no entienden que sus actos tienen consecuencias políticas. Y a Zapatero le ha costado mucho asimilarlo, porque su afición a contentar a todos los que forman su entorno le ha impedido decir ´no´ con demasiada frecuencia. Su especialidad ha sido la confrontación con el PP como fórmula de rebañar votos y el entendimiento con los demás, aun cuando fuera contradictorio. Aun así, la suerte o el acierto de algunos colaboradores le ha salvado algunos frentes, como el de la lucha antiterrorista, que estuvo al pairo con el final de la negociación con ETA.

Zapatero ha perdido el amor de Cándido Méndez , que incluso le ha sugerido (o vetado) que no acuda a la cita histórica de Rodiezmo, donde el presidente aprovechaba cada año para sacar el primer conejo de la chistera. Ahora, el sombrero tiene un agujero por el que se escapan todas las ensoñaciones. El dilema es la elección y la elección exige renuncias. En Cataluña, la reacción a la sentencia del Tribunal Constitucional se ha disparado por encima de las ofertas que puede hacer el PSC, y CiU tiene la cesta preparada para la recolección de votos que amenaza con dar una paliza histórica a los socialistas catalanes. Y en el resto de la España que está representada en Rodiezmo, cualquier concesión a las demandas catalanas se considerará un despilfarro en la época de crisis sistémica en que nos encontramos. Desde la perspectiva que da la historia, Zapatero ha hecho un pan como unas tortas, porque se empeñó, al principio, en abrir todas las cajas de los truenos al mismo tiempo y ahora se han desatado todas las tormentas. No ir a Rodiezmo es la primera manifestación de que los tiempos han cambiado; la tragedia pueden ser las elecciones catalanas casi a la vez que no se puedan aprobar los presupuestos.