TEts lo que tiene la política seducea que no sabemos con qué carta quedarnos, si estamos o no estamos, si venimos o vamos, si España se rompe o no se rompe con tanto Estatuto, realidad nacional, nación, pluralidad jurisdicional y tanta alarma sobre la desintegración de la piel de toro. Pero por la pinta, esto no hay quien lo rompa: aquí la impronta, la marca, la raza son valores inamovibles y eternos. Ahora resulta que Cataluña es el principal promotor de las esencias patrias, de los valores perennes, de la hispanidad más hispánica, castiza, e indestructible: nadie vende más muñecas flamencas ni más toros de Osborne que Cataluña. El recuerdo más solicitado por los turistas que acuden a esa nacionalidad es una muñeca flamenca de plástico, mantilla española, peineta y traje de faralaes, racial y morena, nacida en Chiclana y vendida a espuertas en las Ramblas, seguido de un no menos ibérico toro de Osborne, pintoresco y típico, de abundantes compañones, llamados ambos a perpetuar, sobre los televisores europeos, el recuerdo de España.

Hay rumores de que más de un nacionalista está al borde de un infarto cada vez que los medios informan sobre los recuerdos que compran los turistas, porque no hay modo de dar salida al caganet, los castellets, las miniaturas del parque Güello la casa de la Pedrera, ni siquiera las monas de pascua. Los indocumentados gentiles se emperran en la muñeca y el toro y hasta en levantar los brazos al estilo flamenco, bailar pasodobles todo el rato e ir diciendo a sus vecinos cuánto les gustó España y darles el presente que les han traído, pero no se acuerdan de que estuvieron en Cataluña. Como si estuviéramos en el revival de los coros y danzas, las demostraciones sindicales, los festivales de España y los juegos florales para vengarse de tanto nacionalismo.

Rumores con visos de realidad afirman que no se ha visto a un comerciante catalán de la Diagonal ni de las Ramblas negando a un turista la muñeca ni el toro por se productos hispanos. Al parecer la muñeca andaluza, made in Chiclana, reafirma el más genuino espíritu comercial catalán defendiendo, por encima de todo, que si la bolsa sona, la unidad de destino en lo universal también es bona, o sea, los principios ante todo.

Yo no sé cómo ni por qué Rajoy sigue embistiendo y amedrantando al personal con el apocalipsis de que españa se rompe y se descompone. El sabe mejor que nadie que aquí todo ha estado siempre atado y bien atado, hasta por las muñecas.

*Licenciado en Filología