Rosa Aguilar arrastra aún esa popularidad que contrajo a raíz de su trabajo como diputada en el Parlamento, al que llegó de la mano del excoordinador general de IU, Julio Anguita. Su constante presencia en los medios y en la Cámara la convirtieron en la cara femenina de la coalición durante buena parte de los noventa. Destacó en esos años su intensa labor parlamentaria y el trabajo dentro del partido.

Huye de cualquier exceso de expresividad que pudiera entorpecer su mensaje político y ha sabido tomar el timón en un ayuntamiento convertido en el principal bastión de Izquierda Unida en España. Dicen de ella que "no es tan fiera como se pinta" y lo demuestra cada vez que abandera cualquier iniciativa amparada en el diálogo. Los que valoran y han seguido desde el principio su carrera política ya la definen como una posible candidata a suceder al actual líder de la coalición, Gaspar Llamazares, y convertirla en la primera candidata a la presidencia del Gobierno.

Rosa Aguilar ha embarcado a su ciudad en la carrera hacia la capitalidad europea de la cultura, una meta al que también aspira Cáceres. Ante esta cuestión no quiere hablar de competencia y prefiere hablar de compartir objetivos. La incorporación cacereña a esta carrera por la capitalidad ha suscitado cierto desconcierto en una alcaldesa que hoy trata de encauzar el problema con mano izquierda.