La hasta ahora alcaldesa de Córdoba, Rosa Aguilar , ha echado por tierra el prestigio político que se había ganado al aceptar formar parte del nuevo gobierno de Andalucía, abandonando con ello la responsabilidad para la que había pedido el voto. Aguilar es el último ejemplo de las piruetas incomprensibles que se hacen en política para anteponer los intereses personales a los del electorado.