Al flamante presidente del Barcelona, Sandro Rosell, le ha faltado tiempo después de su toma de posesión ---fue ayer-- para tratar de desagraviar al presidente de la Junta, reputado culé, de los insultos que le profirió Joan Laporta porque Guillermo Fernández Vara le recriminó que utilizara su cargo en el club para hacer política.

El próximo lunes, Rosell será recibido en la Presidencia de la Junta por Vara. Es su primera visita como mandatario de la entidad fuera de Cataluña. El gesto tiene una gran carga simbólica. Porque además de desagraviar al presidente extremeño de que Laporta le llamara una decena de veces ´imbécil´ por expresar su discrepancia con el modo en que estaba utilizando el club, entierra la faceta independentista del anterior presidente del Barça e inaugura una nueva etapa con los barcelonistas de fuera de Cataluña, y con aquellos de dentro que no comulgaban con la idea política de su antecesor, y con los que aun compartiéndola, no vieran bien que la expresara utilizando la tribuna del club de fútbol. Rosell, con su visita a Mérida, hace una jugada maestra, porque arrimándose a Vara se aleja de lo más controvertido de la gestión de Laporta y sitúa su presidencia en el terreno ajeno a los posicionamientos políticos.