THtan pasado unos días desde que se hizo público el plan para acabar con RTVE y lo que más me sorprende es la falta de apoyos, no a los trabajadores, sino a que España cuente con una radio y una televisión públicas. Los medios de comunicación audiovisuales privados han recibido la noticia del nefasto plan con aplausos, frotándose las manos porque eso significa que va a aumentar su porción de tarta publicitaria, y no sólo eso en el caso de RNE porque se van a poder hacer con las emisoras que van a cerrar a precio de saldo. Y así nos encontramos con un discurso oficial encaminado a convencer a los ciudadanos de que RTVE es una sangría de dinero y que nos cuesta mucho a los españoles. Evidentemente, la gestión de RTVE puede ser mejorable, y no digo que no deba haber una reducción de plantilla, pero de ahí a acabar con la radio y la televisión pública va a un abismo.

Es verdad: RTVE cuesta dinero y tiene una deuda, pero ¿y la televisión catalana? ¿Y la vasca? ¿Y la gallega? ¿Y la andaluza? ¿Es que esas televisiones no tienen una deuda proporcionalmente mayor que la de RTVE? Pues sí, la tienen y la financiamos todos los españoles con nuestros impuestos, o sea que no nos vendan gato por liebre diciéndonos que nos están haciendo un favor ahorrándonos dinero.

El problema es el concepto, es decir, si creemos que tiene que haber medios de comunicación públicos porque tienen una función de servicio público y son garantía de independencia y de información veraz y objetiva, o no nos creemos nada y estamos construyendo una sociedad donde todo lo dejamos librado a los intereses del mercado. Y, ¡ojo!, los intereses del mercado no son siempre los de los ciudadanos.

Lo vergonzoso es que sea un Gobierno socialista el que esté perpetrando este plan. Es muy sencillo: la Primera y la Segunda de TVE tienen que desaparecer para que vivan y ganen la Tercera, la Cuarta, la Quinta, la Sexta, etcétera.

En cuanto a RNE, que es un elemento de vertebración de España, la liquidan, cerrando emisoras que ocuparán las emisoras de la competencia, para engordar a estas. Naturalmente los portavoces oficiales lanzan insidias sobre cuánto se escucha o se deja de escuchar RNE, y por eso les viene al pelo lo que dice el EGM, que como se ha podido demostrar responde a intereses de radios privadas, y sus métodos de medición no son en absoluto de fiar, por más que pongan el grito en el cielo las emisoras que siempre salen beneficiadas del EGM. Pero la realidad es que hace falta fe para creerse ni un solo dato del EGM.

Pero a lo que vamos, lo más desolador es que nadie defienda la necesidad de un modelo público de RTVE. A mí me parece que poner punto final a RTVE es un error, pero un error porque supone una merma en la calidad de nuestra democracia. RTVE tiene muchos defectos, y sus trabajadores no siempre han sabido estar a la altura de su responsabilidad que es la de ser independientes por encima de los gobiernos de turno, pero aún así prefiero esta RTVE que ninguna o una RTVE disminuida. E insisto me parece vergonzoso que el famoso plan llegue de la mano del Gobierno socialista.

*Periodista