TPtropio es del buen político saber estar en la penumbra cuando conviene, pero no rehuir los focos si es imprescindible. Alfredo Pérez Rubalcaba es maestro en luces y sombras, en administrar tiempos y en dosificar silencios. Pero ahora la tarea le sobrepasa: algunas encuestas de urgencia demuestran que hasta un 80% de los españoles ha visto con malos ojos la operación De Juana , que, pese a su salida a los medios estos días, el ministro de Interior no ha podido, o sabido, explicar suficientemente.

Hay un desgaste evidente de un Gobierno que hace tiempo debería haber sido remodelado. Pero probablemente el desgaste asumido por Pérez Rubalcaba, reclamando para sí en exclusiva la paternidad del cambio de estatus penitenciario para el etarra no arrepentido pero en peligro de muerte, sea el mayor de todos. Ya se escuchan voces reclamando su dimisión, aunque la verdad es que desde los campos de la oposición llegan solicitudes de dimisión que apuntan más arriba.

Lo que ocurre es que veo las imágenes, escucho las declaraciones, de Alfredo Pérez Rubalcaba y constato que no está en su mejor momento de forma, lo que contrasta con sus brillantes y malvadas réplicas de hace pocos días en la sesión de control parlamentario, donde hizo añicos a sus interpelantes. No, Rubalcaba no está cómodo en su papel, que es sin duda un papel muy difícil, porque le toca servir de pararrayos del presidente. Puede que esté rindiendo su último servicio a este Gobierno, que, como digo, tendría que haber sido cambiado en buena parte hace ya bastantes meses.

Pero Zapatero, erre que erre, sostenella y no enmendalla, parece decidido a concluir la Legislatura con los mismos ministros que hasta ahora... ¿Qué pasará con la popularidad del presidente si no hay propósito de la enmienda de Batasuna, si ETA no coopera con algún comunicado al menos esperanzador? Pues pasará que, como siga así de aparentemente noqueado, con esta falta de reflejos políticos, José Luis Rodríguez Zapatero podría hasta llegar a perder el sillón de La Moncloa, hipótesis que hasta ahora nadie contemplaba. Nada menos. Y De Juana podrá sumar a sus trofeos de caza la cabeza política de Zapatero, el hombre que lo envió a su casa.