Escritor

Tengo como criterio creerme una parte mínima de los retratos que hace la prensa de los distintos monstruos que van apareciendo a lo largo y ancho de la historia. Ultimamente, Felipe II, no es el que retrataban unos y otros, y con Isabel la Católica está pasando lo mismo, y era ella la que no dejaba parar un judío ni un árabe en sus alrededores. Boabdil ya se ve cómo acaba y sería para Aznar el terrorista que al final llora. Eran otros tiempos donde se admitía que el terrorista llorase. Hoy no se le da esa opción. El final de Sadam es el final de un pordiosero que le miran las caries para tomarle el ADN. Nadie va a pensar que el ejército americano le trituró a sus hijos, porque sus hijos también eran malos y terroristas, pero sus cuerpos prácticamente fueron destrozados y cosidos y recosidos o mejor zurcidos para salir en nuestros telediarios de las gentes buenas que sólo buscan adulterios de Norma Duval y Pajares y Esteso. Los demás somos Fresitas que lloramos por todo y encima no nos quiere nadie.

Suponemos que vendrá la democracia para Irak y podrán tener gasolina, que ahora hacen colas y colas de veinte kilómetros para conseguirla. Yo creo que en todo esto el Papa debiera decir algo, sobre tanta gente descuartizada, y debieran empezar los papas por no recibir a nadie que para bien o para mal se metiera en una guerra o en un descuartizado. Sean terroristas o no; sean lo que fuere. Tiene que haber algo que salve al cristianismo de descuartizar él también, o simplemente lo que hacía Bush mandándolos a la silla eléctrica y te salvas.

Creo que en la entrega de Sadam sin disparar un tiro lo peor ha sido la imagen de sacarlo de pobre. Lo debieron de afeitar antes. Además, todo esto pone de manifiesto que el ejército americano tampoco es nada del otro mundo y yo pienso que a Rumsfeld lo debieran de dimitir ya. Todo es un gran fracaso y una gran tomadura de pelo, como lo de Afganistán con esos últimos quince niños asesinados por las bombas racimos.