Quien nunca ha sido capaz de administrarse no debería tocar el tema económico-, salvo en lo inexcusable, como es el asunto de los salarios.

Así, resulta indagador que dos economías tan distantes como la alemana y la española, una creciendo (entre las que más de la UE) y la otra en-, o como lo quieran llamar, o si no en inglés y así no nos enteramos casi nadie, ahora tienen el mismo problema , sólo que a modo de hipérbole: los salarios.

Mientras el crecimiento alemán no se debe a la demanda domestica --los salarios, la mayor fuerza motriz de ésta, permanecen estancados desde hace muchos años--, sino a las exportaciones, que, para remate, se han visto favorecidas por la bajada del euro (lo que ha facilitado el aumento de sus exportaciones a USA y China que durante estos años de crisis han tenido un mayor crecimiento económico), pues Alemania exporta mucho --es la mayor exportadora del mundo-- e importa muy poco; la-, como se llame, española sí que es debida a la falta de consumo interno, secuela de unos exiguos salarios --los más bajos de la UE-15, sólo por delante de Portugal-- que llevan una década sin aumentar el poder adquisitivo.

Así, los sindicatos alemanes y la izquierda de ese país está pidiendo que se aumenten los salarios (actualmente casi 44.000 euros/año de media) para hacer frente a las políticas neoliberales que en los últimos años sólo han producido aumento de las rentas empresariales y del capital a costa de las rentas del trabajo; o que se proceda al desatasco remunerativo y la empresa endose a los trabajadores un poco de sus enormes beneficios. Y los sindicatos españoles (de la izquierda gobernante, para qué hablar), por el contrario, se van a manifestar, pero no para solicitar una subida salarial (22.800 euros/año de media, la mitad que la de los alemanes), sino porque el Estado ha dado un pellizco en la nómina a funcionarios y contratados laborales de la Administración donde está casi todo su pesebre.

De modo que, no sé lo que ocurrirá en Alemania ni si su media salarial es el resultado de una hipérbole política (algo muy común); pero, ¿cómo es posible que los españoles nos tengamos que conformar con la mitad y no obliguemos, como van a hacer ellos --o, al menos, van a intentar--, a que el Gobierno trate las rentas empresariales y de capital que sí que son, como han explicado los inspectores de Hacienda en muchas ocasiones, hiperbólicas?

Angel Morillo Triviño **

Castuera