Maestra

San Andrés de Teixido, desde su ermita en lo más alto de la costa de la muerte, preveía asustado los acontecimientos mientras se acercaba un buque del infierno. Aznar se proyecta astralmente y hace un cálculo en euros de lo que le van a costar los nuevos parados por cabeza y barca, esa fue la primera medida, orbitan tan alto que hasta las manchas de fuel que se acercan a la costa las ven insignificantes, mientras tanto el anciano presidente de la Xunta afirma que con la ayuda de Dios se solucionará todo, apelar a la providencia sin más no es de este siglo, él tampoco.

Los pescadores se han visto solos, encomendándose a su entrañable santoral, santa Trahamunda o san Ero hacen turnos sin descanso limpiando una escoria que les ha regalado la pasividad y la falta de reflejos, porque ante un problema grave se convierten todos en estatuas de sal hasta que reaccionan, en esta ocasión el encantamiento les duró tres semanas. No hay mascarillas suficientes, guantes, contenedores, palas, una carencia de medios tan primaria es impropia del país de Alicia en el que se empeñan que creamos, avalados por ciertos medios de comunicación. Afortunadamente la solidaridad humana está por encima de berrinches políticos que no solucionan nada y esa --cultura del botellón-- a la que tanto se critica, pasa de nieve este puente para quitar chapapote junto a los hermanos gallegos que se quedan sin medio de vida como quiere dejar este Gobierno a extremeños y andaluces suprimiendo el PER toda una lección de autogobierno cuando los que deben hacerlo se esconden, todo un derroche de energía desperdiciado en reclamaciones y reproches a la oposición en lugar de gobernar.