TAt esta colega en la información le han esculpido unas sandalias de patricia romana para darle mayor fuste a su talla. Lo sabe, y por eso se tumba en la hamaca de la piscina como la nueva Cleopatra de los tiempos modernos, quizá no tan ajena a esas listas del deseo que le sitúan por encima de Elsa Pataky hasta el momento la musa de la frivolidad de los posados. El deseo, como el odio, se forma de runrún de vecinos que sube por la escalera hasta alcanzar el reino de los gatos donde también se maúllan los cotilleos. El protagonista del deseo siempre es víctima porque no lo puede evitar. Sara Carbonero puede decir, como la chica de Rogger Rabbit: "¡qué le voy a hacer, es que me han dibujado así!", y volver a la lectura de la última de Pérez Reverte porque en las piscinas del verano las esculturas se dedican a la cultura con un mojito en la mano en recuerdo del Caribe.

A Zapatero le vienen bien las maniobras de distracción para que la gente siga soñando con el Mundial y comente, (un tanto por envidia, y otro por hambre mal curada), la belleza de la Carbonero al sol y sueñe con tropezársela en un aeropuerto por los que da golpes de pamela como la que camina descalza hacia Dios. Cabrera Infante le habría catalogado dentro de su lista de ninfas inconstantes , aunque para eso le haría falta ser rubia porque al gran Guillermo le gustaban las mulatas trigueñas que le provocaban subidones de hipérbaton, (ese estado de misticismo literario que eleva todo lo que toca como los aplausos al acabar un mitin).

Quevedo habría repetido aquello que dónde esté la mujer "es mi trabajo", y le habría enviado un soneto de los que hacía a quemarropa y aún en su contra porque la literatura también puede atacar a su autor si tiene calidad y es libre. Así que un poco por dejadez de la cuestión política, otro por lo que pueda servir para distraer de la inmediata huelga general, y un mucho por la fama que es brutal y repetitiva, han convertido a una periodista en modelo carnal y en envidia de los porteros de fútbol a los que les gustaría hacer estiramientos a su lado. Ahora las madres le pueden decir a sus hijos, con más razón, que coman natillas para ser como Casillas que es el ripio que se anuncia por la tele para ser todo un campeón. Urbaneja criticó la manera con la que Tele 5 sacaba provecho de su enviada al Mundial, pero no están los tiempos como para invocar éticas.

Ahora Urbaneja sabe que la gente se concentró ante las pantallas gigantes para ver el rostro de Sara, y se entretuvo con los goles que tampoco fueron tantos. El mérito que tiene esta ilustre colega, objeto del deseo de todos los españoles incluso de los que nunca han visto una película de Buñuel , es que antes de bajarse del avión ya había ganado un Mundial.