La respuesta es clara y precisa: Nadie lo sabe. Es más, nadie conoce cuantos son los profesionales de la salud de los que dispone nuestro país para hacer frente a las demandas de atención sanitaria. Lo único que conocemos, como dato cierto, es el número de profesionales colegiados (231.001 enfermeros y 199.123 médicos, según los últimos datos de del INE). Lo que no es mucho, dado que no todos los profesionales colegiados están trabajando o en disposición de trabajar, otros trabajan y no están colegiados y además no siempre es posible saber su cualificación, edad, sexo, etcétera. A todo ello habría que añadir, que en España no hay estándares consensuados sobre las tasas adecuadas de médicos o de enfermeros.

Para abundar en lo dicho con anterioridad pueden acudir a consultar la información que en estos mismos días de agosto ofrece la Organización Médica Colegial (OMC), al referirse a un informe sobre el gasto sanitario en los países de la OCDE cuando afirma: No hay respuesta a la pregunta de cuántos médicos y cuantos enfermeros son necesarios para garantizar un acceso adecuado a la asistencia sanitaria-" En ese mismo sentido se pronunciaba el Consejo General de Enfermería (CGE), al comienzo del verano, cuando, como cada año, surge el problema de las posibles sustituciones de las vacaciones en que la actividad de atención sanitaria no cesa (en determinadas zonas incluso aumenta), y no se encuentran profesionales que sustituyan con garantías a quienes se toman su merecido descanso. La falta de información suficiente, la opacidad de los datos, la dispersión de las fuentes de información y la ausencia de un organismo con capacidad de exigir la información, que sólo poseen las comunidades autónomas, nos colocan en una situación francamente insoportable y nos incapacita para dar una respuesta a la pregunta que inicialmente nos planteamos.

Pero aún podemos añadir nuevos y más recientes argumentos a lo dicho con anterioridad. Recientemente se ha realizado una propuesta en el parlamento español sobre la necesidad de arbitras fórmulas que permitan dotarse de un sistema de información fiable y riguroso sobre situación actual de los recursos humanos de los servicios regionales de salud y del conjunto del país. En el mismo sentido, de preocupación e interés, se ha posicionado la OMS quien ha declarado el año 2006 como el año de los profesionales sanitarios, instando a los países a que se preocupen por el déficit de profesionales sanitarios y a que arbitren las medidas para que los recursos se aproximen, al máximo, a las necesidades de la situación de cada país.

De todo lo dicho algunos deducen, en una interpretación genérica y simplista, que faltan médicos y enfermerosI o interpretan -sin argumentos - que hace falta aumentar el número plazas docentes de enfermeros o médicos en un cincuenta por cientoI. Lo que no sólo no responde a ningún estudio que objetive las necesidades presentes y futuras de profesionales sanitarios, sino que insiste en viejas fórmulas que siempre terminan teniendo un fuerte coste de oportunidad económica, social y profesional. Frente a quienes así opinan, convendría refrescarles la memoria sobre las tristes experiencias de plétora de profesionales sufridas en nuestro país por la ausencia de la más mínima planificación. Por eso, frente a la frivolidad y demagogia, rigor y seriedad.

Es verdad que existen problemas de desequilibrios de profesionales sanitarios dependiendo de la tipología de profesionales y especialidades, y que estos desequilibrios lo son en mayor o en menor medida según los diferentes territorios de nuestro país. Pero estos desequilibrios deben ser estudiados a la luz de datos más significativos y rigurosos que el simple dato cuantitativo de número de efectivos totales. Hay otros factores, más allá del número y su perfil profesional, que tienen que ver, entre otros, con la productividad. También con la el reparto de competencias. De hecho si tomamos como dato la relación entre médicos y enfermeros en los distintos países de la OCDE los datos son muy diferentes dependiendo a quién queden encomendadas las responsabilidades sobre la prestación del servicio sanitario y las correspondientes competencias. De ello se hace eco la propia Organización Médica Colegial Española, al recoger la afirmación del informe de la OCDE en el que se dice que en muchos países, algunas tareas tradicionalmente confiadas a los médicos se están delegando a enfermeros altamente cualificados, sin que esto conlleve grandes cambios en la calidad de la asistencia o incluso mejoreI. Sobre esto ya existe evidencia científica en otros modelos sanitarios y falta práctica en nuestro país. ¿Para cuándo tendremos una respuesta rigurosa, y no oportunista, a la tan repetida falta de profesionales sanitarios? Mientras tanto, convendría no olvidar lo que denominaríamos, en términos de tasas de profesionales población, como el caso español y sus particulares ratios de médicos y enfermeros, si lo comparamos con el resto de países de nuestro entorno. Pero de esto ya trataremos, si así conviene, otro día.

* Profesor de la Uex