En los ‘coles’ no pueden más. Los niños salen de clase con la tez más colorada que un ‘bejino’, y los ropajes empapados. Los maestros, profesionales, comprensivos y conocedores de la realidad, contemplan, resignados, como la siembra se extingue en las mentes deshidratadas de unos críos al borde del colapso.

La mayoría de la comunidad educativa ha reclamado una reducción horaria, que, si bien no solucionaría el problema, sí paliaría la sensación de asfixia que se vive en las últimas horas de la jornada escolar. En cuanto a lo que al curso escolar se refiere, estamos en lo que, en términos deportivos, se considerarían ‘minutos de la basura’, dado que apenas quedan unos días de clases, y el temario ya está saldado. Por lo que la propuesta sería perfectamente asumible, y sin un alto coste, ni en lo pedagógico, ni en lo económico.

Pero la Consejería de Educación y Empleo, con la irresponsabilidad y estrechez de miras habituales, en lugar de actuar con la celeridad requerida, ha inventado mil y una excusas, y ha echado a rodar la pelota, tratando de endosarle el problema a los equipos directivos de los centros. O sea, que han concluido que los ‘profes’ son los que tienen que buscar soluciones. Pero, antes, los ‘lumbreras’ de la consejería no se han privado de exhalar algunas ideas, como: la posibilidad de usar las aulas menos soleadas, bajar persianas, o aumentar la frecuencia de los recreos. Eso sí, han dejado meridianamente claro (a los directores) que no tienen potestad para acortar la jornada escolar, que de eso ni ‘mijita’, que ya al año que viene, si acaso… Y, mientras tanto, los niños han continuado cociéndose, en una sopa de letras y números, al tiempo que contemplaban como esas aulas en las que comenzaron el curso han acabado convirtiéndose en auténticas saunas.

Pero, oigan, en los coches y despachos oficiales no faltan unos estupendos aires acondicionados, para refrigerar el cuerpo y la mente de los dirigentes de la región. ¿Y, sin embargo, estos mismos son los que afirman que su instalación en escuelas e institutos sería muy costosa? Pues no queda nada más que decir; sigamos así: qué hiervan las mentes del futuro, que los mandatarios del presente no piensan renunciar a su confort.