El año nace con ilusiones nuevas y problemas viejos pues la gente empeñada en matar continúa masacrando. El miedo ante la amenaza real de atentados suicidas, fanáticos --¿cuándo un asesinato no lo es?-- e indiscriminados --¿quién discrimina en el macabro reparto de la muerte?-- y el ansia por la seguridad provocan situaciones delirantes, pero como el marco legal de la ahora bicéfala UE es confuso, resbaladizo, inestable, y parece que a los europeos les importa un pito lo que los europeos decidan en esta anciana cuna de perdedores --según los pesimistas--, pues ocurre lo que ocurre. Si sucumbe usted a la tentación de volar en lo que antes era placer de viajar y ahora kafkiano suplicio desde cualquier aeropuerto europeo con destino EEUU, prepárese a sufrir los enojosos requisitos a los que el bastión de la democracia y la libertad de Occidente somete a sus visitantes, humillados todos bajo las nuevas horcas caudinas. El último grito que cuenta ya con el beneplácito de Holanda, Gran Bretaña y el Presidente de Aena si bien con las sensatas reticencias de don José Blanco , es un orwelliano artilugio capaz de someterle a vejación refinada. Como los Reyes Magos no lo remedien, cosa dudosa, usted pasará por un escáner de microondas que invadirá con total asepsia su absoluta intimidad. Viajero inocente será usted sospechoso de todo en universal presunción de culpabilidad y el funcionario de turno explorará por obligación que no placer sus rincones más recónditos. En busca del explosivo oculto verá de paso en único y tecnológico vistazo si usted está operado, si es poseedor de alguna prótesis dentaria, mamaria o incluso de pene, si porta un DIU o un tampax y hasta vislumbrará el tamaño de sus genitales. Todo en nombre de la seguridad en este mundo sojuzgado por los poderosos donde hace seis días que asistimos al acontecimiento planetario que doña Leire Pajín predijo en estado de éxtasis. Hoy lideran el orbe dos genuinos defensores del progresismo y la libertad. Si estos son los tempranos frutos, Dios nos ampare.