Los hechos acaecidos en la Universidad de Extremadura esta semana que han conllevado la suspensión de distintos exámenes de Selectividad (actualmente EBAU) y afectado a cerca de 4.600 alumnos requieren de una censura sin paliativos. La gravedad de los hechos, que traen aparejado un trastorno muy alto en miles de estudiantes y sus respectivas familias no es menospreciable, pero, además, dejan en entredicho una institución pública que debiera ser bandera de corrección y legalidad. Se deben depurar responsabilidades y buscar a los culpables, dado que está en juego la imagen de toda una Universidad y, por ende, de la propia Comunidad de Extremadura.

Hay que tener en cuenta lo que supone esta prueba para los estudiantes que terminan Bachillerato y quieren cursar estudios universitarios en los que exigen nota de corte. Pasar la prueba con un resultado aceptable resulta una tarea complicada, pero saber que la misma no vale para nada y debe repetirse provoca, como ha sido el caso, situaciones de ansiedad y rabia. Las escenas de protesta del alumnado vistas ayer en los campus de Cáceres y Badajoz, así como en el resto de distritos universitarios de la región, dan buena cuenta de ello. Hay alumnos que tienen ya planificadas entrevistas en otras universidades o intercambios de verano o simples vacaciones que ahora tendrán que reprogramar, con el trastorno que lleva aparejado todo ello.

De todas formas, si como parece no se trata de un ataque informático foráneo, sino de una inserción errónea de la prueba en una página web de acceso libre, se deben cuanto menos corregir estos mecanismos para futuras convocatorias, a la vez que buscar los responsables de semejante desatino. No hace falta ser un técnico altamente cualificado para obtener determinada información de internet si ésta, aun estando oculta, tiene acceso libre.

La comisión organizadora, con independencia de la investigación interna que ha iniciado la Universidad y la Fiscalía por un presunto delito de descubrimiento y revelación de secreto, debiera hacer acto de contrición y determinar qué fallo se ha podido cometer. Es importante que en lo administrativo y en lo judicial se determine si ha habido culpa, pero también que estos hechos no vuelvan a repetirse nunca más. Echar balones fuera o dejar el asunto en el olvido nunca será una la solución.