Cantautor

Ya en 1963 Bob Dylan, acaso el mejor cantautor de todos los tiempos y el mito individual más grande de la historia de la música, se atrevía a decir: ¿Cuánto tiempo deben seguir silbando las balas de cañón, antes de ser prohibidas para siempre? Por mi parte, quiero decirles a todos aquellos señores de la guerra que mencionaba entonces Dylan y a los de ahora, que cómo se atreven a hablar al mundo de democracia, cuando con su apoyo han fermentado decenas de dictaduras cargadas de muerte. Y cómo se atreven a nombrar la justicia y la libertad cuando tan sólo el 1% de los ciudadanos controlan el 40% del patrimonio del país y un 55% de la población no tiene ningún seguro médico.

¿Cómo pueden hablar de dictaduras cuando imponen al resto del mundo su pensamiento avasallador, donde prima el mercado por encima de las personas? Señores de la guerra, cómo tienen la desvergüenza, ¡malditos señores de la guerra! de hablar de dictaduras, cuando tienen por presidente a un tramposo llamado Bush, que obtuvo 328.696 votos menos que su contrincante?

Como bien decía mi admirado Bob Dylan en su canción Masters of war, a mí también me gustaría quedarme encima de vuestras tumbas el día que fallezcáis, hasta asegurarme de que estéis bien muertos. Pero por si acaso mi postura sobre la guerra no ha quedado lo suficientemente clara, me permitiré añadir una cosa más: que las guerras nunca son legítimas, ni justas, ni justificables. No son justas, porque nadie puede mandar a morir y matar a nadie por defender no importa qué intereses. No son legítimas, porque ninguna ley puede decretar lo que básicamente es injusto, y no son justificables, porque nadie puede justificar la muerte de miles de inocentes. Las instituciones internacionales no están para legitimar una guerra, sino para evitar que éstas se produzcan.