WEwl auto del retornado juez Baltasar Garzón por el que rechaza prohibir o impedir la reunión que celebrarán hoy en Bilbao delegaciones del Partido Socialista de Euskadi y de Batasuna es, ante todo, una decisión llena de sentido común. Un sentido que le faltó a su sustituto, el juez Marlaska , cuando días atrás prohibió que Otegi pudiera intervenir en Tribuna Barcelona. Los argumentos que utiliza Garzón para no impedir la reunión de hoy hubieran sido perfectamente aplicables para no prohibir el almuerzo-coloquio con el portavoz de Batasuna. De la convocatoria de la reunión, razona el juez, no se desprende que se pretenda "favorecer la acción delictiva del complejo terrorista dirigido por ETA", sino todo lo contrario: se pretende "evitar que el hecho delictivo continúe produciéndose". Además, escribe Garzón, la iniciativa de la reunión no procede de Batasuna, sino de un partido político legal (el PSE). Y un tercer argumento de peso: si el Gobierno ha anunciado que va a reunirse con ETA, y a nadie se le ocurre enviar a la policía para evitarlo, ¿cómo va a ser delito celebrar un encuentro con su brazo político Y lo dice el magistrado que, no sin dificultades, acabó por imponer la tesis de que Batasuna forma parte de ETA.